Olga es una mujer tranquila, de hablar pausado, que piensa en los pasos que va a dar//FOTO: SSPPC

CIUDAD MCY.- Aquel domingo, como casi todos los domingos, un viejo fanático del teatro, estaba sentado frente a un humilde escenario, construido con tablones de madera, en un barrio populoso de Aragua. Estaba acompañado de sus cuatro nietos, más teatreros que el abuelo. La mirada fija, esperando el comienzo de “ Escenas de la Casa”, icónica obra basada en “La Casa de Bernarda Alba” del escritor español Federico García Lorca, magistralmente puesta en escena por el Teatro Del Jaguar, pieza dirigida por el actor Ezequiel Piñero.

De repente, el ambiente se llenó con la potente voz de Olga Cova, una de las firmes revelaciones del teatro aragüeño de la actualidad, quien propicia una cita cómplice con el público, renovando un encuentro furtivo, casi clandestino, aunque el escenario de amor sea siempre su barrio natal, de paredes descascaradas, donde los grises se mezclan con el desgastado rosa de la pintura añeja. Calles que alternan el cemento con la tierra agrietada por el sol y el calor. Barrio de gente humilde pero aferrada a la esperanza de un porvenir algo mejor. Barrio que no conoce de aires acondicionados, piscinas ni confort. Sólo sabe de esfuerzos, privaciones y la maravillosa esencia humanista del Teatro Del Jaguar.

La sala comunitaria, de talones desnivelados, donde para llegar al escenario era necesario gambetear montes, botellas rotas, latas y cauchos viejos, es el punto de partida para Olga Cova, actriz egresada de la Escuela de Arte Dramático del estado Aragua.
Olga es una mujer tranquila, de hablar pausado, que piensa en los pasos que va a dar. Es de aquellas personas que uno siempre quiere tener como amigo, por no enojarse nunca.

De niña, concibió al teatro como su mejor amiga. Cómplice de sueños de gloria e instrumento para drenar tremendas injusticias sociales cometidas por el perverso capitalismo contra comunidades populares.

Queriendo engañar el estómago con suculentos mangos de una matica adyacente al campo donde realizaba sus inolvidables prácticas de actuación ante un público imaginario, Olga contemplaba a su madre, mientras echaba más agua a la sopa, fieles a la filosofía familiar: “Donde comen cuatro, comen seis”.

De repente, su figura se agrandó en la historia. Entonces apareció la imagen bonachona que esta actriz siempre mostró desde el comienzo de su carrera. Esa estampa con los brazos levantados, saludando al público con su sonrisa de mujer buena e ingenua. Ella es capaz de acariciar con sus manos callosas, ilusiones humanistas de vida, bordadas desde los escenarios a través de su excelso talento.

Al igual que en “Escenas de la Casa”, Cova nunca recurre al cumplido de la frase elaborada. Nunca hace nada por quedar bien ante la opinión de los demás. Ese abrazo con la modestia ante sus compañeros del Teatro Del Jaguar es genuino. Por eso, las rebeldes sinceras como ella, no saben disimular sus estados de ánimo. Ni siquiera se preocupan por ocultarlo. Más bien se dejan arrastrar por el primer estimulo que le llega.

Así es Olga. Integra en la amistad. Generosa en el gesto solidario. Tiernamente afectuosa en sus atenciones con el público. Es Bernarda Alba, la apasionada en momentos de calma. Siempre expuesta a la tutela de los sentimientos. Dándose íntegramente en cada actuación. Desatando la locura colectiva. En el acto, levanta el índice, de su mano derecha y regala una reverencia al público. La talentosa actriz, abre bien grande la boca y deja algunas lágrimas en el camino hacia el vestuario, agradeciendo a la vida por actuar en el Teatro Del Jaguar.

Prensa SSPPC