CIUDAD MCY.- Me pudieran decir que Asdrúbal Farías es artista plástico, Maestro de pintura y reconocido museógrafo. Pero también es un raro tipo de científico social. En cierta ocasión lo escuché en una conversa informal, y me impresionó por sus conocimientos y versos. Yo diría que ante todo, es un gran curioso. Un gran sabedor de distintas materias y un estudioso empedernido de las vivencias cotidianas populares.

Quizá en otros tiempos, se lo calificaría como renacentista, mientras  otras personas dirían que es humanista hasta la médula.  Lo que nadie dudaría, sería de calificarlo como a un hombre interesado por los avatares de la vida. Sería lo más exacto. He visto la lista de sus conversaciones, relacionadas con materias diversas. Por eso, también se lo cataloga como a un genuino “científico existencial”.

A mediados de los años 50, cuando comunidades populares que habitaban zonas linderas a su Guarapichana natal, en Cumaná, estado Sucre,  festejaban los frescos lauros de la fama obtenidos por el inolvidable Mario Abreu , nacía Asdrúbal Farías Rojas, un chamo destinado a que la escultura, pintura y dibujo, signaran su destino.

El chamo traía del cariño hogareño, un sobrenombre dulzón, que pronto trascendería fronteras de su casa y calle. Porque salido apenas de la infancia, mostrando su vocación innata por las artes plásticas, era portador de un pincel revolucionario y una sonrisa clara.

“El Poeta”, tempranamente independizado del profesor, manejaba su propio aprendizaje de la pintura y el dibujo, como una melodía auténtica  que le brotaba del corazón. Su barrio le brindó los primeros aplausos al realizar retratos en vivo, en tiempos de televisión en blanco y negro, Salsa Brava y Rock And Roll. Él llevaba entonces pantalones cortos, pero sus sueños eran largos y de botas anchas.

“Si a un médico le reclamas tener ética profesional cuando trata la vida de un paciente, ¿Cómo no hacer lo mismo con los artistas plásticos? Sus decisiones se refieren no solo las condiciones de vida de la gente, sino incluso hasta su supervivencia. Desligarse de esa responsabilidad, es algo que no podemos hacer como profesionales, cultores o científicos”, acota Farías, quien concibe que el conocimiento, no es sólo lo adquirido en los libros, sino también, el producto de la experiencia que nos proporciona el diario contacto con los seres humanos, la sociedad y los fenómenos que se producen en ella.

El nombre de Asdrúbal Farías, ligado a su sobrenombre, tomaba de a poco, raíces con el público, alcanzando predilección consagratoria en el ámbito popular.  Y otro día señalado en su vida, hacia mediados de los 70s, decidió abocarse de lleno a estudiar la genuina esencia del arte puro. Allí adquirió nuevas ideas y sereno criterio, para consolidar su particular concepción del arte: “El dibujo y la pintura, son la panacea existencial, genuina llave maestra de paz y amor que abre puertas. Es magia pura. Único instrumento capaz de transformar la humanidad”.

En su arduo trabajo sin tregua por cambiar viejos paradigmas artísticos, y ahondar en una decantada sinfonía de modelos y recreaciones cónsonas con la genuina esencia de comunidades populares, “El Poeta” muestra sus trabajos en el Salón Pablo Prazuela en Casa de la Cultura de Maracay, en una exposición denominada:  “Asdrúbal Farías, entre cuerpos y armonía” con pinturas alusivas a su propia existencia.

PRENSA SSPPC