**El Gobierno bolivariano y el Poder Electoral de Venezuela debieron rechazar unas declaraciones del alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, quien consideró que lo que «legitimará o deslegitimará» al Ejecutivo de Nicolás Maduro, será el informe de la misión que enviará el bloque a las elecciones del 21 de noviembre.
CIUDAD MCY.- Las infundadas apreciaciones sobre Venezuela que delinearon al país a partir de visiones estereotipadas por una parte del conglomerado mundial, han llevado muchas veces a gobiernos y organizaciones internacionales a tomar decisiones a partir de opiniones pre establecidas que se sustentan más en pretensiones que en realidades. Por supuesto al considerar a Venezuela como una amenaza, han ideado al país como en falso enemigo que se “debería derrotar”.
Esta desacertada visión llevó a Estados Unidos y la Unión Europea (UE) a diseñar planes sustentados en informaciones falsas que anunciaban cotidianamente el inminente derrocamiento del presidente legítimo Nicolás Maduro. A partir de ello y con el soporte de las ambiciones personales de una caterva de maleantes que hicieron de la política un negocio, configuraron sombríos proyectos que no tenían ningún asidero en el escenario nacional. El desenfreno por lucrarse les hizo olvidar el interés nacional y la vida de millones de ciudadanos, lo cual condujeron a Washington y Bruselas a constantes equívocos y a un ridículo colosal.
Lo cierto es que los poderes globales que intentaban derrocar al gobierno constitucional de Venezuela estaban interesados en creer las mentiras que durante largos años les decían. Hace muy poco se ha dado a conocer una nota del New York Times que reseña una carta enviada la semana pasada por la Agencia Central de Inteligencia de EEUU (CIA) a sus oficinas en otros países en la que se asevera que: “El problema central en esto [la pérdida creciente de informantes locales] es que los agentes de la CIA subestiman las capacidades de los cuerpos de contrainteligencia de otros países”. Asimismo, en la carta para un exclusivo uso interno, se critica “la baja competencia técnica de sus propios oficiales y su excesiva confianza en sus fuentes” según afirmó el periódico neoyorquino.
En Venezuela, además habría que señalar que la absurda y criminal política intervencionista de EEUU y la suposición de una pronta salida del gobierno del presidente Maduro, los llevó a una exacerbada injerencia al reconocer a Juan Guaidó como presidente, obligando al gobierno venezolano a romper relaciones en enero de 2019, quedando el país del norte sin su acostumbrada intromisión en el país. En este contexto, la derecha criolla se dio a la tarea de construir fantasiosos escenarios de lucha contra la “dictadura” que vendían a buen precio a sus desesperados empleadores. Otro tanto hacía los funcionarios de embajadas europeas, contactados para el mismo objetivo.
Al retiro de los agentes estadounidenses en funciones “diplomáticas” de Caracas, la tarea la iniciaron sus colegas europeos, algunos, como los embajadores de Francia, España, Alemania, Canadá y otros desataron una verdadera espiral de actividades subversivas -ampliamente conocidas y documentadas por inteligencia- que, al hacerse públicas, se comprobó que siempre partían de la idea de que Maduro debería ser derrocado. Ante tal violación de los acuerdos del Convenio de Viena los embajadores de España, Alemania y el representante de UE fueron declarados non gratos y expulsados del país.
ESPAÑA INTENTA REVIVIR SU ANACRÓNICO PODER COLONIAL
Josep Borrell, representante de la UE para Asuntos Exteriores, justificó con desfachatez a la televisión española- que “estaban innovando en materia de derecho internacional”. Así balbuceaban su reconocimiento a Guaidó como presidente interino, al mismo tiempo que negociaban en secreto, todo tipo de trato con el único gobierno que siempre ha habido en Venezuela en este tiempo: el de Nicolás Maduro. Sus diplomáticos en Caracas asistían clandestinamente a las convocatorias de ministros y funcionarios del gobierno, implorando que no se hiciera público. Daba pena observar a veteranos y diplomáticos de carrera haciendo el ridículo por órdenes de sus gobiernos.
El impresentable Borrell cuando aún era ministro de asuntos exteriores de España, luego de mes y medio después de la nefasta autoproclamación, dijo en una entrevista que EEUU, que había propiciado a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela, no pensó que Nicolás Maduro «iba a demostrar esa resiliencia». Al calificar la situación de «peculiar» y «atípica» intentó en vano explicar que España reconocía como legítimo a un presidente encargado que no tenía el control de nada, y que el mando del país estaba en manos de un «Gobierno de facto» a quien España no reconocía. Era la consagración de su estupidez.
Por ello, como no podía haber dos embajadores, le dieron al enviado de Guaidó el título sui generis de «representante personal» dejando claro que en caso de que un español tuviera algún problema en Venezuela, con quien se debía tratar era con ese “gobierno de facto”, que era el que tenía “el control del territorio y la administración”. Contradiciéndose en su propia declaración a medios españoles, ahora no hablaba de “innovación” sino de una situación no “prevista en los manuales de Derecho Internacional”, porque a cinco semanas del autonombramiento, Maduro seguía atendiendo desde Miraflores y Guaidó desde la selva protegido por la banda paramilitar Los Rastrojos en alianza con el gobierno de Colombia. ¡Cinco semanas! Han pasado 138 semanas más y Maduro continúa siendo el presidente de Venezuela porque desde 1810, el presidente de este país lo eligen los venezolanos, no el rey de España como parece haberlo olvidado Borrell.
EUROPA Y ESPAÑA INTENTAN SER SOBERANAS, PERO…
Europa ha sentido la necesidad de desprenderse de la política de EEUU respecto de Venezuela y hasta habían iniciado incipientes demostraciones: apoyaron las negociaciones entre el Gobierno y la oposición terrorista en México y hasta reconocieron a las instituciones del país, al tiempo que se comprometieron a enviar una misión de observación a las elecciones de gobiernos locales de noviembre.
Sin embargo, no tardo mucho tiempo tanta soberanía y racionalidad. Tanto el Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE) y el Gobierno constitucional del presidente Nicolas Maduro, rechazaron las declaraciones del jefe de la diplomacia europea, Joseph Borrell, y ambos resaltaron que éste violó el acuerdo con la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea firmado en Caracas.
“El poder electoral denuncia la actitud injerencista de las declaraciones emitidas” por el alto funcionario, así inició el comunicado que hizo público el CNE en reclamo contra las declaraciones de Borrell.
La declaración subraya la gravedad de las palabras del alto funcionario cuando mencionó que la Misión llegará a Venezuela a “acompañar una parcialidad política” y que el informe de la misma sería el encargado de “legitimar o deslegitimar” al Gobierno venezolano.
Al respecto, el Ejecutivo venezolano consideró que esa declaración deja ver la pretensión injerencista de utilizar la misión “en beneficio de una parcialidad política y en detrimento de lo establecido en el acuerdo suscrito» entre el Consejo Nacional Electoral (CNE) y la delegación de la UE en el país.
Pareciera que la Unión Europea no entiende y no desea asumir su papel en el marco del proceso político venezolano, perdiendo la oportunidad de situarse como un actor responsable, imparcial e independiente para posicionase como una pieza política subordinada e incondicional a la política exterior estadounidense y de algunos sectores de la extrema derecha, que pretenden socavar el proceso electoral y democrático venezolano.
Es así como ambas instituciones reafirman una vez más de que Venezuela no aceptará maniobras injerencistas y que una Misión de Observación Electoral con las características que aspira el señor Josep Borrell no será aceptada en ninguna de sus versiones.
MARCOS GAVIDIA
Fuentes: REBELION.ORG/MISIONVERDAD/RESUMENLATINOAMERICANO