**Los hidrocarburos sirven para entender el mundo y para relacionarse con él. En Rusia la energía es una herramienta de desarrollo, pero a la vez un mecanismo de presión que se utiliza para enfrentar a sus detractores**
CIUDAD MCY.-¡Es cierto! El negro petróleo, boscoso y brillante, es el color favorito de Nasedkin, lo constaté hace unos años en la Galería Tretyakov de Moscú, en una exposición donde el petróleo lo transversalizaba todo. Es así que a Rusia, tal y como a la obra de Nasedkin, no podríamos entenderla si no entendemos su relación con los hidrocarburos.
El petróleo así como sus derivados constituyen una forma de entender el mundo, pero también de relacionarse con él. En el gigante euroasiático la energía es una herramienta de desarrollo, pero también un mecanismo de presión que se utiliza para enfrentar a sus detractores. Europa lo sabe muy bien, pues a pesar de su animadversión por Rusia es con su gas, arma con la destreza del boomerang y la potencia de los misiles, con el que combaten el invierno y alimentan sus industrias desde los tiempos de la URSS. Ni los sesgos ideológicos son capaces de negar esta verdad histórica.
RUSIA, POTENCIA GASÍFERA
Rusia es uno de los líderes en exportación de gas en el mundo, uno de sus compradores más importante ha sido Europa desde 1968, donde no importaron las diferencias ideológicas y la empresa soviética Soyuznefteexport y la austriaca Osterreichische Mineralolverwaltung (OMV) firmaron un contrato para el suministro de 142 millones de metros cúbicos de gas cada año.
En ese tiempo Alemania abasteció con grandes tuberías a Rusia para la construcción de un gasoducto que comenzaría a surtir de energía a su país y más tarde a Italia y Francia. 10 años después de la firma del acuerdo el 15% del gas quemado en Francia procedía de la Unión Soviética, y en Alemania la cifra alcanzaba el 30%. Actualmente las importaciones rusas de gas superan los 75 mil millones de dólares, solo las exportaciones de petróleo superan esta cifra que robustece la economía rusa y le permite pensarse nuevamente como un potencia que alimenta su aparato industrial en el campo de la manufactura y de la guerra.
Dicen algunos expertos europeos que la interrupción ucraniana en el transporte de gas ruso este 2025 afecta solo al 5% de las importaciones de la UE, golpeando de manera más contundente a países como Austria, Eslovaquia, Hungría y Moldavia. Para enfrentar la crisis que se deriva de esta medida las importaciones de Gas Licuado de Petróleo (GLP) desde Estados Unidos, Argelia y Qatar son la alternativa cara que permite mantener el suministro energético del bloque, sin embargo, todo es una gran ironía, pues aunque Europa ha disminuido de manera concreta el consumo del gas natural ruso por tubería, ha aumentado significativamente la utilización del GLP del mismo origen. Solo el mes pasado Rusia exportó 2.914 millones de toneladas de gas licuado y más de la mitad se fue directo a la Unión Europea. Europa se ha hecho dependiente de Rusia aunque no quiera admitirlo y le cueste muy caro el orgullo y su relación con USA.
Con el comienzo de la guerra en Ucrania, se intensificó el sabotaje al gasoductos Nord Stream 2, que comunicaría energéticamente a Rusia y Alemania cruzando el mar Báltico, cuestión que obligó a Rusia a buscar nuevos compradores tanto de gas como de crudo, abrazando con más fuerza a socios como China y la India.
CHINA Y RUSIA UNIDOS POR EL GAS
A propósito de esto la Corporación Estatal de la Red Eléctrica de China anunció hace una semana la finalización del proyecto del gasoducto de la Ruta Este, obra de 5.111 kilómetros que conecta a Rusia con China. El gasoducto está diseñado para proporcionar hasta 38.000 millones de metros cúbicos de gas natural al año, una capacidad que abastecerá la demanda de varias regiones clave de la potencia económica.
Asimismo, el pasado mes de octubre, el gigante gasístico ruso Gazprom y la corporación petrolera china CNPC acordaron elevar al máximo los suministros diarios a través del gasoducto Fuerza de Siberia, que solo en 2024 registró un aumento de 40% de las exportaciones. Y aun así los mismos expertos que aseguran que la Unión Europea no saldrá afectada energéticamente afirman que Rusia está perdiendo la guerra. Quizá esta es la razón por la que Enmanuel Todd ha titulado su último libro “La derrota de occidente” ¿Se verá esa derrota como La Casa (2003) de Nasedkin?
El 10 de enero, el gobierno de Biden anunció nuevas sanciones contra el sector petrolero ruso, incluyendo en su lista negra a casi 200 buques de la llamada “flota fantasma de Putin”, a pesar de estos esfuerzos por socavar la fuerza energética de Moscú ya está naciendo un nuevo orden energético global. Se ve claramente cuando constatamos que los países BRICS, donde Rusia tiene una influencia determinante, han incrementado de manera significativa su producción de gas, casi duplicándola en los últimos 30 años en comparación con el crecimiento de la producción en el G7. Como guinda del pastel el país con la reserva de petróleo más grande del mundo es una de los aliados estratégicos de Rusia y China, por supuesto estamos hablando de la Venezuela gobernada por el líder socialista Nicolás Maduro Moros.
EL ARTE RUSO
Dejando en claro lo geopolítico, volvamos al arte. El artista ruso Nikolai Nasedkin nació en 1954. Ha realizado más de una decena de exposiciones personales y desde 1986 ha participado en más de cuarenta exposiciones nacionales y extranjeras. Para Nasedkin no es solo importante el petróleo, también es fundamental el tema de la memoria. A ella están dedicados los retratos de sus familiares y antiguos amigos, «La casa» y también «La aldea de Alyoshki». En ellos, mentalmente regresa a su pueblo natal en la región de Voronezh, que abandonó hace mucho tiempo. Afirma Nasedkin que su obra es “Es una especie de diario de mi viaje con mi familia. Pinté sus retratos y me di cuenta de que sabía poco sobre mis parientes inmediatos e incluso más lejanos. Fui a los lugares donde nací y no los reconocí. Están cubiertos de hierba, juncos y arbustos. La vida ha abandonado estos lugares… ¿O volverá?”.
TOMADO DE TELESUR I David Gómez Rodríguez