Argenis Barrios cantante aragüeño y presidente de la organización “Boleros de Palo Negro”. FOTO | Prensa SSPPC

 

***ARGENIS BARRIOS: “EL BOLERO ES ASÍ”***

CIUDAD MCY.- Como amigos. Comunicándonos casi en silencio, en una de esas tardes grises de una Maracay que se adormece para despertar con el crepúsculo nocturno y en vigilia hasta el alba, camino con el cantante aragüeño Argenis Barrios, cantante y presidente de la organización “Boleros de Palo Negro” y mi maestro sobre la historia del bolero antillano.

No es fácil explicar durante pocas horas, el misterio de ciudades y pueblos latinoamericanos. Pero, confiados mutuamente, transitamos por icónicas calles hacia el centro de la Ciudad Jardín.

Luego de hablar sobre el tributo que recientemente su agrupación le brindó a la poeta y pintora Vicentica Hernández en Palo Negro, estábamos dispuestos a continuar charlando sobre la magia del bolero. Mientras tanto, yo les invitaba a arremangarse la camisa para “aclimatarnos” con el ambiente familiar y sencillo que nos rodeaba de a poco, hasta formar un círculo alrededor nuestro.

Los trabajadores culminaban su jornada laboral, mientras las sirenas de las fábricas silbaban al unísono. Algún chamo se disponía a demostrar que jugaba al beisbol, tan bien como Miguel Cabrera o José Altuve, mientras fildeaba una pelotica de goma.

Descamisados, caminando a lo largo de la avenida Bolívar, hablamos sobre el significado del bolero en comunidades populares de Aragua,  intentando no acoplarnos a definiciones remanidas, porque nos gustan los diálogos-debates.

Argenis me explicó, que el bolero es una ilusión personal del mundo íntimo: “Es un sentimiento triste que se baila”.

Mientras tanto, un amigo en común, que encontramos en el camino, musitó algo. Y de pronto aseveró: “El bolero es ante todo, el nostálgico que deambula habitando a veces, en los barrios populares. Viviendo en todos y en ninguno a la vez. Se reconoce desposeído, ansioso, despojado. Signado por la desgracia, la tristeza y el desamor, a las que no puede ni podrá evitar nunca, porque si le faltaran, las inventaría”.

Y luego de sorber un generoso vaso con jugo de naranja, mi amigo Barrios explicó que el bolero es algo semejante al pecado original. Viene de atrás. De un Génesis que desentrañan teólogos y eruditos, obteniendo nuevas formas. Descubrimientos varios que se parecen a las caras de un mismo cuerpo.

Me develó algunos misterios. Y supe que la raza latinoamericana, aquella que hereda el bolero, la nostalgia y el desamor (que al fin y al cabo son lo mismo), como la carga de la pareja del Paraíso Terrenal que nos angustia, pero también nos alivia.

Entonces, un melancólico Argenis acotó: “El bolero asemeja sentir la pasión hacia una amante que no te pertenecerá jamás por entero, pero que te ha brindado un placer inolvidable. Cada estrofa tiene gusto a ron o cocuy de penca, del que se bebe para olvidar o asumir coraje”.

Hablamos de los personajes típicos que integran las temáticas del bolero. Y entonces, bares, cantinas, esquinas rosadas, malandros, mujeres de la mala vida, barrios, ciudades y potreros, se mezclaron en pinceladas fosforescentes, para crear un cuadro general abigarrado y abrumador.

El Maestro Barrios meditaba, sintiéndose seducido como siempre. A él, le interesan los orígenes de ese “Pecado Original”, contenido en una Biblia escrita en letra de bolero.

Súbitamente entendí, que es preferible no analizar a sus personajes legendarios. Tal vez, por miedo a dejar de amarlos. El rechazo a las posturas analíticas, es instintivo en los boleristas.

Al diablo con las metodologías. Al mismísimo demonio con teorías que expliquen que el bolero es bailado tanto por la más rancia aristocracia, como por trabajadores que se deslizan en patios iluminados de casas malas ubicadas en los suburbios. Todo esto, quizás sea sólo una ansiedad por apresar sueños.

Ya estábamos cerca del terminal de pasajeros. Hablamos de Felipe Pirela, Daniel Santos, Alfredo Sadel, Olga Guillot y Bienvenido Granda, entre otros legendarios boleristas. Recordamos pasajes de sus más recordadas interpretaciones.

De repente, nos interrumpió un joven, indicándonos que le devolviéramos una pelota que rodaba lentamente hacia nosotros. Barrios la detuvo con la punta del zapato. Me miró y entendí. Nos entendimos. “Esta jugada es tuya”, pensó con seguridad.

Y al grito de; “A ver si puedes fildearla”, lancé la pelota de spalding lo más fuerte que pude, yendo a reunirse con sus dueños. Una barra de muchachos fanáticos de Miguel Cabrera y Tigres de Aragua. Es decir, dueños de toda la mitología popular implícita en el bolero.

Estoy seguro que mi maestro del bolero antillano, antes de regresar a Palo Negro, debió haber repetido o ¿por qué no cantado?, en los pasillos del autobús: “Señora Bonita, hay algo en su boca. Tiene algo su cuerpo, que al verla que cruza, amor me provoca”.

Argenis Barrios, lleva al bolero en su vida.

 

PRENSA SSPPC