CIUDAD MCY.- La Constitución de Estados Unidos surgió ante la necesidad de un poder federal que mediara en las disputas entre los estados confederados. Es uno de los documentos legislativos más antiguos del mundo y referente de las democracias liberales modernas.

En plena guerra contra el Reino Unido, las Trece Colonias de Norteamérica se declararon independientes el 4 de julio de 1776. Mientras esto sucedía, los delegados estatales se reunieron en el Segundo Congreso Continental para formar un comité encargado de regular la relación entre los estados. El presidente del comité, John Dickinson, presentó la primera propuesta normativa el 12 de julio, pero la revisión evidenció las discrepancias en torno a la soberanía de los estados, las competencias del Congreso o los procesos de votación.

Tras más de un año de discusiones, el borrador final se presentó en noviembre de 1777 bajo el nombre de Artículos de la Confederación. Estos Artículos, que entraron en vigor en 1781 tras la ratificación de todos los estados, fijaron el nombre de Estados Unidos de América para el nuevo país y mantuvieron la soberanía de las entidades estatales. Asimismo, establecieron un sistema político compuesto por un Congreso unicameral que actuaba como autoridad central.

El Congreso controlaba la política exterior, declaraba la guerra, acuñaba la moneda y gestionaba el servicio postal, pero no podía recaudar impuestos, regular el comercio ni ejercer facultades coercitivas contra los estados. Del mismo modo, no existía un tribunal nacional con jurisdicción sobre cada uno.

Una alternativa federalista a la Confederación

Las disputas territoriales entre estados y la subordinación del Congreso a los intereses estatales limitaron su capacidad de acción.

Estas deficiencias del Ejecutivo central se agravaron tras la firma del tratado de París de 1783, que ponía fin a la guerra con los británicos. El fracaso de los Artículos de la Confederación obligó al Congreso a discutir su reforma. Este proceso se inició en la Convención de Annapolis de 1786, cuando doce delegados de Nueva Jersey, Nueva York, Pensilvania, Delaware y Virginia se congregaron para debatir sobre el comercio interestatal. El resultado fue la convocatoria de una convención constitucional para redactar una nueva constitución.

La Convención Constitucional comenzó en Filadelfia en mayo de 1787 presidida por el líder del Ejército Continental en la guerra de independencia, George Washington. Durante cuatro meses, las deliberaciones estuvieron cargadas de controversias. El principal punto de fricción era la representación legislativa de los estados: los grandes abogaban por un reparto de escaños proporcional al tamaño de su población, mientras que los más pequeños defendían el mismo número de representantes para todos. La solución llegó de la mano del delegado de Connecticut, Roger Sherman. Su Gran Compromiso proponía un sistema bicameral formado por la Cámara de Representantes según la cantidad de habitantes de los estados, y el Senado, con un único escaño para cada entidad.

El documento definitivo fue aprobado y presentado para su ratificación en septiembre. La Constitución original apenas contenía un preámbulo y siete artículos. Estas disposiciones establecían un modelo político federal en el que el Gobierno central ganaba poder, aunque los estados mantenían determinadas competencias sobre sus territorios. En esta ocasión, el refrendo de la Constitución necesitaba del visto bueno de al menos nueve estados. Pese a la oposición de los antifederalistas, Nuevo Hampshire se convirtió en el noveno territorio que ratificó la carta constitucional en junio de 1788. De este modo, el 4 de marzo de 1789, el Congreso declaró en vigor la Constitución de los Estados Unidos.

“We the People of the United States”: Un modelo para las democracias liberales

La Constitución estadounidense de 1789 es la segunda más antigua del mundo, después de la de San Marino del año 1600. Su redacción se inspiró en la Carta Magna que el rey Juan I de Inglaterra había emitido en 1215, considerada el origen de la Constitución británica. El texto estadounidense materializó la teoría de la separación de poderes de Montesquieu y se convirtió en precursora de las democracias liberales occidentales. Desde entonces se le han añadido veintisiete enmiendas: las diez primeras incluyen la Carta de Derechos aprobada en 1791 y regulan, entre otras, la libertad de expresión y el derecho a portar armas. Otras disposiciones destacadas han sido la Décimotercera Enmienda, que abolió la esclavitud en 1865, o la Décimonovena, que aprobó el sufragio femenino en 1920.

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