CIUDAD MCY.-La reforma a la Constitución nicaragüense moderniza este instrumento legal, adaptándolo a los desafíos y necesidades actuales del país, y reafirmar que el poder está en manos del pueblo.
Según el analista político William Grigsby Vado, esta reforma culmina el proceso de disolución del Estado burgués, cuyo máximo exponente fue la dictadura somocista, y que posteriormente evolucionó en una compleja amalgama de intereses populares y burgueses.
La nueva Carta Magna debe reflejar, en primer lugar, la naturaleza dinámica y en constante evolución del Estado nicaragüense, rechazando cualquier visión estática o fosilizada.
En segundo término, debe consagrar el ejercicio del poder popular a través de la democracia directa, manifestada en la copresidencia de la República y en los organismos estatales coordinados por la presidencia.
Esta Constitución reafirma el compromiso de Nicaragua con la paz y el derecho internacional, rechazando toda forma de agresión o intervención militar, política o económica, y oponiéndose firmemente a la injerencia en los asuntos internos de otros Estados.
La Carta Magna del país centroamericano también promueve la soberanía y la autodeterminación de las naciones.
Un aspecto fundamental de esta reforma es el reconocimiento y la protección de los derechos de los pueblos de las costas nicaragüenses, una reivindicación histórica defendida únicamente por la revolución sandinista.
FUENTE TELESUR