El Teatro Baralt fue el escenario donde se proyectó la primera película | Foto Cortesía

CIUDAD MCY.- Si la imagen pudiera prescindir de su fenomenal carga emotiva, y si junto con ello, la opinión crítica permitiera resumir en una ficha escéptica y fría, momentos y calidad de un film, quizá los juicios de valor servirían a la estadística computada, pero correrían el riesgo de desplomar el alma del espectador.

El cine, como acecho de la imaginación, se concibe para gozar, sufrir, gritar o aplaudir, siendo un fenómeno social vibrante, dramático, hermoso e inolvidable. Cuando se apagan las luces de las salas de proyección, nos invita a meternos de lleno en el hecho histórico que representa el film, para luego contarlo, comentarlo y discutirlo en familia.

Y después, con un cafecito de por medio, recordar sus inicios en Venezuela, cuando el 28 de enero de 1897 en el Teatro Baralt de Maracaibo, se proyectaron: “Célebre especialista sacando muelas en el Gran Hotel Europa” y “Muchachas bañándose en el Lago de Maracaibo”, trabajos atribuidos al fotógrafo Manuel Trujillo Durán.

A finales del siglo XIX, el mundo fue testigo de la sórdida carrera de inventos y aplicaciones que convergieron en lo que hoy en día conocemos como cine. El 11 de julio de 1896, a escasos cuatro días de haberse estrenado un novedoso espectáculo en Hollywood, con proyección de imágenes en movimiento a través del vitascopio de Tomás Alba Edison, se presentó en el Teatro Baralt de Maracaibo el mismo evento, gracias a gestiones del comerciante zuliano Luis Manuel Méndez, quien suscribió contrato con la empresa Gaumont para realizar proyecciones en Venezuela y Colombia.

De esta forma, Venezuela se convirtió en la primera nación latinoamericana en disfrutar de la magia implícita en el cine.

La primera función del vitascopio se realizó a las 8:30 pm con precios que oscilaban entre un bolívar para sección Galería y 20 en Balcón.

El vitascopio se tornó en una novedad “fin de siglo”, al ofrecer al público marabino, la oportunidad de apreciar diferencias sustanciales con la fotografía en movimiento de su antecesor, el Kinetoscopio: “Está entre nosotros para exhibirse entre nosotros, el último gran invento de Míster Edison, llamado vitascopio. Traído a Maracaibo gracias al entusiasmo de un compatriota que presenció la maravilla del invento. Así nos convertiremos en la primera ciudad de Suramérica en gozar del espectáculo”, reseñó el periódico “El Avisador” de Maracaibo, el 8 de julio de 1896.

Los zulianos seguían con detenimiento en la prensa local, crónicas y reportajes sobre avances relacionados con la electricidad, teléfono, telégrafo, fotografía y rayos x.

La presencia de numerosos fotógrafos en Maracaibo desde 1859, y su icónico universo ficcional, instauró en la colectividad, las bases teóricas propicias para el disfrute del cine.

El 28 de enero de 1897, el público zuliano asistió masivamente al Teatro Baralt, para disfrutar del novedoso programa, donde además de apreciar las primeras vistas venezolanas, se proyectaron los cuadros cinematográficos estadounidenses: “La Serpentina”, “Baile de Indios” y “Taller de Herrería”.

Al festejar los 125 años de las primeras proyecciones nacionales, también debemos celebrar la formación de profesionales y creadores cada vez mejor formados, capaces de ofrecer al mundo, productos fílmicos con sensibilidad social.

La Revolución Bolivariana indica que los cambios en el mundo cinematográfico nacional, avanzan hacia un destino grandioso, de mano con el pueblo, invitándolo a empoderarse de conocimiento cada vez que lleva cine a comunidades apartadas, al promover la participación ciudadana y convertir los espacios públicos en maravillosas salas de proyección , reflexión, discusión y formación colectiva.

CLAUDIO GONZÁLEZ LUNA
PRENSA SSPPC