CIUDAD MCY.- Lunes santo. Mediodía. Comienzan a acumularse tras la figura morena, que ya viste su túnica de gala y detalles bordados con hilos de oro, las orquídeas moradas.
En una esquina de la Basílica de Santa Teresa, una colaboradora colecciona sobre un mesón cada una de las flores donadas.»¿Ya se las ofreciste?», pregunta la mujer a cada devoto que le entrega las diferentes especies de la flor nacional en sus manos.
Con su camisa morada, alza la voz bajo un tapa bocas para brindar un sentido agradecimiento al recibir las orquídeas, muchas de ellas sembradas en las casas de cada familia.
El entusiasmo de Graciela González, de origen español, profesora de una escuela pública y que desde hace 12 años presta servicio en la casa del Nazareno, se hace notar.
«Nací en España -repitió varias oportunidades- y me siento contenta de vivir aquí, porque este país me abrió las puertas para muchas cosas, principalmente para mi devoción. En mi país, hay Nazarenos. Yo he estado en las procesiones de Sevilla, pero esto aquí es muy distinto», aseveró.
Desde el Domingo de Ramos ya fluía el río perfumado de orquídeas y de gentes vestidas con la fe violeta, quienes volverán a Santa Teresa en el crepúsculo del Miércoles Santo, tras las restricciones que trajo la pandemia.
Aunque aún faltan horas para la celebración, la tala iconografica de «El Limonero», que aún aguarda en su acostumbrada nave, ya se encuentra invadida de muchos feligreses.
Pero ahí, tras la imagen, en la ermita que resguarda a la escultura, no pasa desapercibida María José Goméz, quien desde hace 40 años sirve a la advocación venerada por el arraigo de la fe.
Comentó que llegó a Venezuela a los 21 años y las maestras del colegio, dónde estudiaba su hijo, le pidieron que les ayudará a buscar personas que quisieran trabajar con el Nazareno y ella fue la que se quedó laborando en las últimas cuatro décadas.
Con su marcado acento portugués, explicó que hace años atrás le tocó restaurar e incluso lavar la vistosa túnica de gala de la milagrosa imagen. «Todos tienen mucha fe en el Nazareno. La túnica estaba en mi casa. Nadie se imagina lo que se siente.
Estoy muy contenta», explicó. Y además dijo: «Todo esto de estar aquí, a mis 71 años, me hace sentirme más venezolana que cualquiera».
La tradición de cargar al Nazareno
La responsabilidad de la maestra Graciela González trasciende la organización de las flores. Ella también es cargadora de imágenes en la llamada Cofradía del Nazareno.
«Cargar al Nazareno es otra cosa. La sensación que se siente es mágica», dijo, mientras seguía armando una a una las orquídeas para incrustarla con su punta de riego en láminas de anime.
Sobre el ritual de cargar a la imagen se teje un ceremonial cargado de códigos que data de hace más de 300 años y que ha sido transmitida de generación en generación.
En este sentido, es importante resaltar que la salida procesional por la parroquia homónima se da luego de la entronización del Nazareno en el altar. Una ceremonia que está prevista para este Martes Santo, en la que el público no puede entrar.
La entronización consiste en el momento que la escultura del Nazareno, de estilo barroco en madera policromada, sale de su nicho hacia el altar. En la actividad se hace una procesión interna que lo conducirá al lugar donde permanecerá durante las siete misas previstas de la Semana Santa 2022.
El equipo lo integran 60 cargadores, entre hombres y mujeres, quienes serán los responsables de llevar sobre sus hombros la imagen que tendrá como destino la plaza Diego Ibarra, que luego por las calles de la parroquia Santa Teresa, en el centro histórico de Caracas, reeditará luego de dos años, la multitudinaria caminata litúrgica que tiene prevista una duración de entre tres y cuatro horas.
Testimonios de fe
Con una entronizada emoción, los feligreses donadores de orquídeas hablaron de los favores recibidos.
Este año, Nancy Suárez, devota del Nazareno, nacida en la población de Carache, estado Trujillo, ofreció por primera vez orquídeas moradas, cultivadas en su hogar. Dijo: «Lo hago por una promesa fe».
Con los ojos llenos de lágrimas, Gladys Rondón, entregó un ramo de orquídeas. Su donación data desde hace 25 años y siempre las ofrece por agradecimiento.
Notablemente conmovida, detalló que este año las entregas en acción de gracias la realiza por su vida, luego de haber transitado por el Covid-19. «Nosotros somos del estado Guárico. Nos vinimos para Caracas a traer las orquídeas. Mi esposo, mis tres hijos y yo, le agradecemos por la salud y por la vida».
Desde ya, cientos de personas confluyen en este punto de la ciudad de Caracas para pagar promesas, reafirmar la fe y restaurar la esperanza popular en la protección divina, que este Miércoles Santo vuelve a su fiesta a partir de las cinco de la mañana.
Información AVN