CIUDAD MCY.- El desconocimiento de cualquier patología es un duro golpe para quien se ve afectado por una enfermedad como el caso específico del retraso mental, que es el tema que hoy como conocedor de una historia de vida quiero contar y exhortar a las personas para que se abran al conocimiento, cualquiera sea el diagnóstico, porque golpea duro tanto a quien la padece como a la familia.

Sin duda alguna entre las afectaciones que pueden tomar desprevenido a la humanidad, una sorprendente e inesperada para muchos es el retraso mental o retardo mental, como era conocido anteriormente, este se basa en la disminución de la capacidad intelectual por debajo del promedio normal y la carencia de las destrezas y habilidades necesarias para la vida diaria.

En virtud de ello, en el espacio #ConversandoCon conocimos la historia de María Urdaneta, de 75 años, madre de Diomara Márquez, hoy ya de 43 años, quien padece de retraso mental severo, y consideramos que su experiencia contada a través de estas líneas puede exhortar a la formación y conocimiento en el tema de la salud mental

“Cuando la niña tenía 3 años si observaba que no hablaba y babeaba mucho, no me parecía normal”, esbozó María, quien en aquel entonces sólo su instinto de madre le indicaba que algo no estaba bien.

Un hecho que ya marcaba para esta familia un fuerte proceso, tocó que buscar información para conocer el diagnóstico, no fue nada fácil, “porque te enfrentas a una sociedad que señala y juzga, sin mostrar un grado de empatía hacia el prójimo”, acotó.

Son muchos aspectos sociales, emocionales, psicológicos los que se conjugan cuando enfrentas una condición o una discapacidad como la que padece Diomara.

Sin embargo, Diomara tuvo la oportunidad de asistir a un colegio de educación especial, pero ya acercándose a su adolescencia, el diagnóstico del doctor fue que la niña podía desarrollar más habilidades y destrezas o podía retroceder, y finalmente la diagnóstica como paciente con retraso mental severo.

Es aquí donde ese amor de una madre como la de Diomara se crece y se fortalece para dejar de lado cualquier crítica o juicio y seguir adelante con toda su familia, porque Diomara en la tercera hija de cuatro que María concibió y es ella la única que creció con esa dura discapacidad.

El amor profundo que María siente por su hija es indescriptible, al punto que señala “ella es mi compañera fiel, ella no habla, sólo balbucea y dice cuando mucho tres o cuatro palabras, y la que más me mueve a su lado es cuando la escuchó decir mamá María, me conforma saber que está allí con nosotros, es mi compañera”.

Asimismo, sin agotamiento, ni cansancio contó que «Dioma» como todos la llaman, no avisa para hacer sus necesidades fisiológicas, lo que acarrea un gran trabajo y lo palea usando pañales que es lo que la ayuda a mantenerla aseada.

La inocencia y calidez de Diomara Márquez ha hecho que sea amada por sus familiares y vecinos más allegados, quienes la conocen desde niña.

Para ninguno de ellos existe diferencia, ni limitación para ofrecerle el amor que merece, la familia, su madre y sus hermanos han estrechado su relación y todos de una forma u otra contribuyen para mantener a Dioma lo más cuidada posible.

Para la familia Márquez es una muy difícil situación, aún se hace inentendible, porque suceden este tipo de situaciones y menos aún entienden como la sociedad discrimina y no acepta el proceso que vive una persona con retardo mental severo.

El mensaje claro y conciso es ser empáticos, detrás de un paciente con retraso mental está una familia que a diario lucha por garantizar a su familiar una mejor calidad de vida y darle el amor necesario hasta que Dios lo permita.

En virtud de contribuir, si en algo se puede ayudar a la sociedad desde este espacio queremos dejar detalle sobre los tipos o niveles del retraso mental:

Leve: Es aquel donde el coeficiente intelectual está entre 50 y 70.

Moderado: Es aquel que el coeficiente intelectual está entre 35 y 50.

Severo: Es el que desarrolla sólo entre el 20 y 35 de su coeficiente intelectual.

Profundo: Menos de 20

Estas afectan la capacidad de adaptación que posee el individuo para desarrollar sus habilidades y destrezas dentro de la vida cotidiana como trabajar o jugar.

Siempre se recomienda a las futuras madres tener chequeos constantes durante la gestación, no consumir alcohol o algún tipo de drogas, mantener una sana alimentación, evitar exposición al mercurio, plomo u otras toxinas que puedan poner en riesgo el crecimiento del bebé durante el embarazo.

DENNY MÁRQUEZ (COLABORADOR)