CIUDAD MCY.– Colombia también se enfrenta a una derecha oligárquica proestadounidense, que ejerce el poder desde principios del siglo XX bajo un sistema presuntamente democrático que encubre el terrorismo de Estado y la soberanía limitada por la ocupación militar extranjera, de lo cual nadie habla. Los analistas en general dejaron fuera en este contexto la respuesta a una pregunta clave: ¿puede hablarse elecciones democráticas en un país de América Latina como es Colombia, ocupado militarmente por una potencia extranjera, con nueve bases militares y otra cantidad de establecimientos, y que a la vez impone sus medidas económicas, políticas, educativas y culturales a pesar de la resistencia cada vez más activa del pueblo?

La injerencia estadounidense en Colombia está enraizada en toda su historia. En este siglo XXI es un país donde existe el mayor ejército de la “Doctrina de Seguridad Nacional” de Estados Unidos como durante la “guerra fría”.

A su vez utiliza otro ejército de las sombras, integrado por paramilitares, es decir, mercenarios y asesinos que convirtieron el territorio colombiano en un extenso cementerio de tumbas colectivas bajo la experta dirección de Estados Unidos e Israel, entre otros.

Encabeza Colombia la lista de asesinados y desaparecidos en América Latina desde principios del siglo XX hasta ahora. Este es sólo la punta del iceberg de lo sucedido en ese país y en toda la región, que aún sigue en estado de dependencia. El colonialismo o el neocolonialismo son parte de nuestra vida hoy.

En Colombia los políticos opositores, los dirigentes de los pueblos originarios, sociales, sindicales, campesinos, obreros, estudiantes, intelectuales y periodistas que desafíen al “establecimiento”, son automáticamente condenados a muerte.

Sólo basta con leer los periódicos recientes donde dan cuenta de las permanentes masacres en todo el país, a pesar de los reclamos de un pueblo agobiado por la violencia y la pobreza.

Información Prensa Latina