CIUDAD MCY.-El poeta, ensayista, periodista y fundador del Partido Revolucionario Cubano, calificado Apóstol de la independencia de esta nación, encontró la muerte en los llanos de Dos Ríos, Oriente, cuando en su primer enfrentamiento fue alcanzado por una cerrada descarga de fusilería enemiga de la cual recibió varios impactos.
Pese a la recomendación del General en Jefe del Ejército Libertador, Máximo Gómez, de que permaneciera en la retaguardia, Martí marchó al frente acompañado de su ayudante, pues su ética y sentido del deber no le permitieron estar a la zaga de aquellos a quienes había convocado al combate.
Un día antes de su caída, en carta a Manuel Mercado, escribió: «(…) ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber (…) de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América».
Su temprana desaparición física significó un duro golpe para la revolución iniciada el 24 de febrero de 1895, pero sus virtudes personales y legado emancipatorio, latinoamericanista y antiimperialista trascendieron en las luchas de Cuba por su definitiva independencia.
“La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida, truécase en polvo el cráneo pensador, pero viven perpetuamente y fructifican las ideas que en él se elaboraron”, escribió.
Fue Martí un cubano de proyección universal que rebasó las fronteras de su época y se convirtió en el más grande pensador político hispanoamericano del siglo XIX.
Su elevada cultura y especial sensibilidad le permitieron dejar a sus 42 años una vasta obra escrita, de singular estilo y belleza, que constituye referente imprescindible para todas las generaciones de cubanos.
Información Prensa Latina