La Catedral de San José de Maracay fue escenario de la Misa Crismal FOTOS CORTESÍA | FOTO ANAIS RONDON

Ciudad MCY.-Durante la mañana de este jueves, los aragüeños se acercaron a la Catedral de San José en el centro de Maracay para celebrar la tradicional Misa Crismal para bendecir los Santos Óleos, siendo esta una de las eucaristías más grandes de la Semana Santa.

La misa fue presidida por el obispo de Maracay, Monseñor Enrique José Parravano, acompañado del Vicario General de la diócesis de Maracay, sacerdote José Gregorio Bracamonte, y el sacerdote Jesús Diaz, párroco de la Catedral, concelebrada por el clero aragüeño.

ASÍ LO VIVIERON LOS ARAGÜEÑOS

Aida Sandia, comentó que acostumbra a asistir a misa desde corta edad, y que esta misa en particular significa mucho ya que es una de las más grandes durante esta Semana Santa. Asimismo, invitó a todos los aragüeños a acercarse a la Catedral durante el resto de la semana para adorar al Señor Jesucristo.

De igual forma Sebastián Lartiguez, explicó que como creyente la Semana Santa es olvidarse del disfrute de las playas durante estos feriados para entregarse al Padre Celestial en oración y adoración.

 

Los fieles asistieron de forma masiva a la tradicional misa de Jueves Santo | FOTO ANAIS RONDÓN

¿QUÉ ES LA MISA CRISMAL?

La Misa Crismal es una celebración única en el año cristiano, presidida por el obispo y concelebrada con los sacerdotes de la diócesis, donde se consagra el Santo Crisma, además de bendecir los santos aceites para los que recibirán el bautismo, y para los enfermos.

El crisma es un material sacramental es empleado en la Iglesia en determinadas ceremonias religiosas para ungir en la frente en los actos como es el caso de bautizo, confirmación, consagración de obispos, entre otros.

Crisma proviene del latín “Chrisma” que significa “Unción”. El Santo Crisma representa la gracia del Espíritu Santo, su unción significa consagración y por esto se impone en dichas ocasiones.

En esta misa también se incluye la renovación de las promesas sacerdotales, donde el obispo invita a sus sacerdotes a renovar su consagración y dedicación a Cristo y la Iglesia. Juntos prometen solemnemente acercarse más a Cristo, ser sus fieles ministros, enseñar y ofrecer el santo sacrificio en su nombre, y conducir a otros a Él.

 

Abigail Colmenares