CIUDAD MCY.-“Así como se enferman el corazón, los pulmones o los riñones, ¿quién ha dicho que no podría enfermarse también la mente?”, pregunta Ruth Manterola, jefa de salud mental de Bolívar, durante un taller para fortalecer las capacidades del personal de salud del primer nivel y ampliar así el acceso a la atención.

Para nadie es un secreto que las condiciones de salud mental se exacerbaron a causa de la pandemia de COVID-19, así lo señaló la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un informe, que indica que a principios de 2020 casi mil millones de personas en el mundo (1 de cada 8) padecían algún problema mental, cifras que aumentaron 25% durante el primer año de la pandemia.

La mitad de la población mundial vive además en países donde hay apenas un psiquiatra por cada 100 mil habitantes, y la cifra es aún más alarmante cuando a neurólogos se refiere. Para agravar la situación, en el mundo cada país dedica en promedio menos del 2% de su presupuesto de atención de salud a la salud mental.

mhGAP en el consultorio

La buena noticia es que Venezuela tiene un plan para reducir esta brecha, un programa que existe desde 2008 promovido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y que hoy es uno de los pilares del Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS) para abordar el tratamiento a los problemas de salud mental en la red de atención no especializada: el Programa de Acción Mundial para Superar las Brechas en Salud Mental, más conocido como mhGAP, por las siglas en inglés de Mental Health Gap.

La ministra de salud, Magaly Gutiérrez, durante la trigésima Conferencia Sanitaria Panamericana de la OPS, mencionó una guía que ofrece ocho módulos para el diagnóstico y tratamiento de distintas condiciones mentales, pero para la primera fase el país hizo énfasis en tres de ellos: depresión, psicosis y autolesión y suicidio.

Formar al personal para ampliar el acceso a la atención

Wendy Navas, coordinadora nacional del Programa de Salud Mental del MPPS, dice que ampliar la atención para abordar la salud mental siempre ha sido un desafío.

Navas explica que incluso en las comunidades más remotas del país existe la disposición del personal sanitario de formarse en esta materia, pero el acceso a muchos de estos lugares es un desafío, por lo que destaca el apoyo logístico brindado por la OPS a través de vehículos para que los capacitadores pudieran llegar a comunidades apartadas como Santa Elena de Uairén o a los pueblos del sur de Mérida.

“No es posible contar con un especialista en cada centro de atención primaria, pero sí podemos capacitar al personal de ese centro para abordar a pacientes con problemas de salud mental, y eso es lo que queremos hacer”, resume.

Para Xiomara Betancourt, psiquiatra encargada de la división de salud mental de Mérida y quien fue una de las capacitadoras en mhGAP agrega que “nadie quiere ver a un psiquiatra porque existe aún esa idea de que nosotros tratamos a los locos. Eso es ignorancia y por eso la importancia de capacitar”.

Agencias