CIUDAD MCY.- Compositor de importantes piezas musicales de carácter religioso y autor de la música de la primera canción patriótica, escrita por Andrés Bello, titulada Caraqueños, otra época comienza.
Abandonado por sus padres, fue criado por Manuela de Silva y Rosalía Rodríguez. El padre Alejandro Carreño, quien lo protegió de niño le otorgó su apellido.
En 1794 contrajo nupcias con María de Jesús Muñoz, con la cual tuvo varios hijos, algunos muy destacados, como Juan de la Cruz, músico y compositor; Juan Bautista, también compositor; Ciriaco, cantante y organista; y Manuel Antonio, el más conocido, gracias a su obra Manual de urbanidad y buenas maneras.
En 1789 obtuvo el cargo de teniente organista de la catedral de Caracas y en 1796 el de maestro de capilla. En ocasión de este nombramiento ofreció al Cabildo Eclesiástico varias obras suyas: Seis lamentaciones, un Miserere, un Christus factus est y dos motetes.
Durante su larga gestión (1796-1836) como maestro de capilla de la catedral de Caracas, se preocupó por reorganizar la capilla, enriquecer el repertorio musical, reparar algunos instrumentos musicales, incorporar nuevos ejecutantes y mejorar los salarios, entre otras medidas.
Entre 1792 y 1793 regentó la cátedra de Música de la Universidad de Caracas. Aunque no formó parte de la escuela del padre Sojo (la famosa Escuela de Chacao), estuvo vinculado a ella y aprovechó sus enseñanzas.
En 1799, al morir el padre Sojo, surgieron en Caracas numerosas escuelas de música, llamadas en esa época capillas, sobresaliendo la de Cayetano Carreño.
A comienzos del Siglo XIX compuso diversas obras entre las que figuran: El Monte de los Olivos (1801), Oficio de difuntos (1806), la música de Caraqueños, otra época comienza (1810) y Salve (1814).
A raíz de los sucesos del 19 abril de 1810 se destacó por ser un decidido partidario de la independencia, para la cual compuso algunas canciones patrióticas y hasta ofreció sus servicios musicales a la causa independentista.
Sus últimos años los pasó al frente de su cargo en la catedral, gozando del aprecio y admiración de la sociedad de la época.
CORTESÍA