**La nueva gobernadora del estado Aragua considera que sus orígenes le dieron forma a su noble corazón, un corazón que siempre estuvo resguardado gracias al amor y la misericordia de Dios desde su niñez para convertirla en la mujer que es hoy en día.

CIUDAD MCY.- El 21 de noviembre de 2021, el estado Aragua y el mundo político de Venezuela se estremecieron con la noticia de que por primera vez, desde que los gobernadores son electos a través del voto, una mujer asumía las riendas de la Gobernación del estado Aragua.

Fue así como se dio a conocer el nombre de Karina Isabel Carpio Bejarano, una mujer luchadora, humilde, emprendedora y con un corazón cargado de valores familiares que asumía la Gobernación del estado, gracias al apoyo popular que recibió durante la referida jornada electoral.

Originaria del sector Barrancón de la ciudad de Cagua, Karina Carpio formó parte de una familia de ocho hermanos y fue bautizada por su padre como “La Negrita del Barrancón”. Sus orígenes estuvieron marcados por la humildad, ya que viene de una familia de escasos recursos y, según sus palabras, quizá no fueron una familia acaudalada, pero sí llena de valores y principios creados en casa.

Karina Carpio siempre lleva en su corazón y en su pensamiento el vivo recuerdo de su madre, Ligia Bejarano, quien falleció pocos días antes de las elecciones regionales. Este fuerte golpe le dio bríos para salir adelante, seguir luchando por sus metas y convertirse en lo que es hoy, la nueva gobernadora del estado Aragua.

Cuando habla de su madre, Carpio se sumerge en la nostalgia, y con un brillo particular en sus ojos definió cómo era su madre. “Qué difícil es para mí definir a mi mamá. A mi mamá yo le he escrito poesías, pero la imagen que tengo de mi madre no es de cuando yo estaba joven; sin embargo, la veo como esa mujer que se me fue perdiendo la tenacidad de sus músculos, que fue perdiendo el brillo de su mirada, que se quedó en un momento de su vida, y gracias a Dios le dio esa poca memoria hasta el final de sus días, donde el tiempo se detuvo en ella y pensaba y hablaba nada más de las cosas bonitas, hablaba de sus hijos y esos momentos encantadores. Gracias le doy a Dios de que nunca se acordó de sus momentos malos”, relató.

De la misma forma, detalla a Ligia Bejarano como una mujer fuerte, valiente y aguerrida que tuvo ocho hijos a los cuales pudo sacar adelante entregándoles todo su corazón. “Si Dios me diera la oportunidad de tenerla nuevamente delante de mí, nada más le dijera: ‘te amo’, aunque yo siempre se lo dije, ya que yo nunca perdí mi tiempo junto a ella”, expresó con sentimiento.

Carpio envió una invitación a todos aquellos que tengan a su madre con vida a disfrutarla, a acariciarla, a vivirla y que no permitan bajo ninguna circunstancia que pase el tiempo y que les quede algo dentro del corazón que no le hayan dicho, y que una vez parta del mundo terrenal no tengan la oportunidad de decírselo.

El HOMBRE DEL SOMBRERO

Si Karina Carpio expresó un amor incondicional por su madre, poco menos expresó de su padre, José Alberto Carpio, a quien puntualizó como un poeta del que heredó las dotes de poetisa que posee en la actualidad.

“Mi papá era un poeta, cuando se echaba sus palitos era el momento en el que volaba su musa. En esos momentos se inspiraba, declamaba, hacía poesía, era un poeta nato, y yo digo que esa vena poética que yo tengo viene de él, porque mi abuelo también era poeta, y, bueno, como resultado de ello me encanta escribir”, sostuvo.

De la misma forma, califica a su padre como un hombre íntegro, casi un abogado, que siempre fue una persona responsable por la educación de sus hijos. “Mi papá era el hombre del sombrero, era el que nos llevaba a la escuela, nos buscaba; mi papá era el que nos daba consejos, el que se preocupó muchísimo porque todos sus hijos estudiaran. Fíjate, nosotros somos ocho y todos somos profesionales, no sé cómo lo hizo, pero lo hizo”, recordó con especial agrado.

Continuó señalando que José Alberto Carpio fue quien la hizo sentir importante, la convirtió en una mujer valiente, y ese caballero al que le brillaban sus ojos cada vez que era nombrada como representante de un organismo público del Estado. “Si tuviera la oportunidad de volver a nacer escogería a José Alberto Carpio como mi papá”.

UNA MUJER HUMILDE

Cuando Karina Carpio recuerda sus orígenes, sus ojos se humedecen. Recuerda con mucha nostalgia todos los momentos vividos en aquella humilde vivienda en el sector Barrancón de Cagua, donde ocho hermanos, de los cuales seis eran mujeres, se criaron en unión para salir adelante.

“Yo vengo de muchas necesidades, de mucha pobreza, y sí, yo logré llegar hasta aquí, lo logré desde un barrio, una niñita que pasó tantas cosas, por qué no acompañar a esas mujeres que forman parte de este pueblo y decirles: Estamos en un mundo de oportunidades, de que hay posibilidades cuando tú te empeñas, cuando tú te forjas sueños, cuando tú te consideras valiosa… El mundo puede decir que tú no vales nada, pero si tú sientes que tú lo puedes lograr, tú lo vas a lograr, ahí es donde te conviertes en la mujer que pasa de ser mujer invisible a ser una mujer indestructible”.

De la misma manera, Carpio resalta que un hogar no es la casa donde se vive, sino que el hogar puede venir de un abrazo de la madre o del padre, son esos brazos abiertos que están listos para abrazarte cuando más lo necesitas, que cuando te caes tienes a alguien que te levanta, el que limpia el polvo de las rodillas, es la madre que deja de comer por darle de comer a sus hijos, eso para Carpio es un hogar.

TRAVESURAS A FLOR DE PIEL

La crianza de Karina Carpio fue como la de cualquier otro niño de su época. Cuando cursaba estudios en la Escuela Felipe Larrazábal de la ciudad de Cagua, era esa pequeña traviesa que se escapaba de la formación del colegio para llenar los bolsillos de su falda escolar con frutas del cotoperís que estaba a tres cuadras de su casa. “La falda se me manchaba, y sabía las consecuencias de todo aquello, pero igual las recogía y llegaba a mi casa con la barriguita llena de cotoperís”, señaló entre risas.

Recordó que en su infancia, en una época de Carnaval, todos los niños de la cuadra tenían la costumbre de “jugar” bañando a sus amiguitos. Sin embargo, en una ocasión en la calle Bolívar del sector Barrancón, aquella pequeña Karina Carpio se consiguió con un vecino que, con la puerta de su casa abierta, se dejaba ver tocando algunas tonadas con una guitarra recostado en una hamaca; sigilosamente, aquella niña llena de inocencia se acercó a aquella puerta y al grito de “sorpresa” lo bañó de agua cortando su inspiración. “Aquel señor me tomó de la mano y me llevó a la casa de mi abuela, y al llegar le dijo: –Mire, póngale preparo a su niña, porque esa niña me dañó el juego de cuarto, me dañó la cocina, me dañó el juego de muebles. Y yo en mi cabecita pensaba ‘pero lo que le mojé fue la hamaca’ (risas). Y mi mamá, porque yo le decía mamá a mi abuela, me tomó la carita y me preguntó: –¿Y de verdad tenía todo eso? Y yo le respondí: – No, claro que no – y me respondió: –Le hubieses echado más agua, por mentiroso” (risas).

Otra de sus anécdotas tuvo que ver con una familia que vivía en un rancho que estaba ubicado al lado de su lugar de residencia. Allí hacía vida una familia numerosa, y la madre de aquel grupo de niños preparaba unas caraotas cuyo olor se expandía por toda la cuadra. Carpio, una amante de las caraotas desde pequeña, se escapaba de su casa para ir a aquel lugar a ver si por alguna casualidad le ofrecían un plato de caraotas. No obstante, al ver que eso no sucedía, observaba fijamente hacia el interior de aquella casa y mientras contemplaba a los comensales devorando aquel suculento platillo solo alcanzaba a pensar: ‘ojalá que dejen, ojalá que dejen para comerme esas caraotas’ (risas).

Fueron muchas las situaciones que hicieron fuerte a Karina Carpio antes de ser mujer, son muchas las situaciones que le mostró la vida antes de merecerlas. Son muchas cosas que tal vez en su inocencia guardó, pero nada de lo que pasó endureció su corazón, un corazón que siempre estuvo en una cúpula resguardado, ya que fue el amor y la misericordia de Dios lo que la convirtió en lo que hoy es.

PRIMERO DIOS

Mientras la actual gobernadora del estado Aragua ocupaba cargos con mayor relevancia dentro de la estructura del Estado venezolano, mayores fueron sus retos y su acercamiento con las comunidades. Es por ello que en el año 2005 nació la Fundación Primero Dios, una organización que se encargó de llevar alegría a los más pequeños de la casa en las distintas comunidades del estado Aragua.

Describe Carpio que la Fundación Primero Dios nace precisamente por caminar y captar las necesidades de las comunidades. “Cuando yo era registradora inmobiliaria en el Primer Registro en Santa Ana-Maracay, con unos aportes que yo hice, tenía la intención de llevar presentes a los niños de las comunidades, para ello busqué intermediarios que hicieran las entregas y dichos aportes no llegaron a su destino. Eso me decepcionó, por lo que dije “no” y de ahí es donde nace la Fundación Primero Dios, fue cuando comenzó ese acercamiento con el pueblo, ya que si había que llevar una canastilla la llevaba yo, si tenía que entregar una silla de ruedas la llevaba yo… no había intermediarios, lo poquito o lo mucho que yo podía llevar lo hacía yo”, resaltó.

Carpio tiene remembranzas de esos recorridos, por ejemplo describió que en Río Blanco está la casa de la señora Blanca, lugar en el que había una mata de cerecita. Ahí celebró su cumpleaños número 50, el cual no duda en señalar como “el cumpleaños más celebrado de su vida”. Destacó que debajo de esa matica hacía operativos, se abrazaba con los miembros de la comunidad, tomaba café con ellos, compartió muchas vivencias y recuerda con nostalgia que aún la mata sigue ahí. “Todavía la mata me sigue esperando y voy a regresar, porque eso es parte de mi ser y de todo lo que hemos vivido”.

UNA ESTUDIANTE BRILLANTE

Karina Carpio en su época como estudiante de educación básica y diversificada era una de las más brillantes de su grupo. “Yo era una alumna de 20 puntos, tú sabes porque yo era una alumna excelente, porque trataba de tapar mis carencias estudiando, no importaba si no tenía zapatos, no importaba si estaba bien o mal vestida, pero me reconocían como una buena estudiante, y eso me hacía sentir importante”.

Dicha excelencia le abrió un cupo en la carrera de Estudios Internacionales en la Universidad Central de Venezuela. Pese a ello, debido a las dificultades económicas que enfrentaba su familia no pudo aplicar para estudiar dicha especialidad.

Con el tiempo, asumió el reto de estudiar derecho en la Universidad Católica Andrés Bello, y recuerda con lujo de detalles el momento en el que tomó esa decisión que cambiaría su vida. “Recuerdo que mi papá estaba leyendo el periódico en una silla de extensión azul, eso fue un día jueves, y yo le digo: –Papá, está saliendo en el periódico que es la última oportunidad para estudiar en la Universidad Católica Andrés Bello. Mi papá bajó el periódico, se me quedó viendo y dijo: –Vamos a intentarlo. Y de ese ‘vamos a intentarlo’ aquí estoy, abogada de la República Bolivariana de Venezuela, egresada de una universidad privada, que a pesar de todas las carencias y necesidades que tuve a lo largo de mi vida lo logré”, rememoró entre expresiones de nostalgia.

Tras esta anécdota, Carpio extendió un llamado a los jóvenes a que no abandonen sus sueños, a que estudien, porque la Revolución Bolivariana, a través de la Misión Sucre y otras oportunidades de estudios superiores, ha abierto muchas puertas para el desarrollo y la formación académica.

UNA POSTULACIÓN INESPERADA

La actual gobernadora de Aragua, antes de ser electa para dicho cargo, siempre estuvo en el quehacer político de la región gracias a la Revolución Bolivariana. Previo a las elecciones primarias, en un viaje a Choroní, una de sus amigas en el pueblo costero aragüeño le asomó la posibilidad de aspirar a la primera magistratura regional.

“Vienen las elecciones a gobernadores, qué vamos a hacer”, y yo le dije: –Bueno, vamos a ver cuál es la decisión de Caracas y después hablamos. Y la conversación quedó allí, pero después en la noche de ese mismo día estaba en la cocina abriendo la nevera y escucho la llamada de una amiga abogada y me dice: –Doctora Karina, es tu momento, tú eres nuestra lideresa, vamos que Diosdado Cabello acaba de hablar”.

Y es que precisamente ese día Diosdado Cabello, vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), anunciaba que los candidatos a gobernadores serían electos a través de elecciones primarias, lo que le abrió la oportunidad de postularse y aspirar a ser la candidata del estado Aragua para las elecciones regionales del 21 de noviembre.

“Con el paso del tiempo se me fueron agregando hombres y mujeres que nunca había conocido pero que me acompañaron y que forman una parte muy importante de mí, aunque ellos no lo crean, porque como he dicho en algunas comunidades, si no me ven, si no me escuchan, que mi silencio no los confunda, que mi ausencia no los confunda, porque estoy haciendo camino para que ustedes puedan pasar, y eso me ha enganchado mucho con la gente”.

Finalmente, para Karina Carpio la vida está hecha por estaciones, señala que no todo el que comienza un camino será un acompañante al final. Describe la vida como un viaje en el que hay paradas, en el que todos van montados en un vagón, pero en el camino hay personas a las que le toca bajarse en la parada uno, para que otros tengan la oportunidad de montarse; a otros les toca bajarse en la parada dos, otros seguirán el camino hasta el final, pero no todos son parte de todo el recorrido, ya que de ahí todos tienen la posibilidad de aprender, de ahí el pasajero crece, se acompaña y llora en un cúmulo de emociones del que todos nos llevamos un aprendizaje.

YLAI OLMOS CASTILLO