CIUDAD MCY.- Desde 1878, Venezuela inició la explotación petrolera con la primera empresa establecida con fines comerciales en el estado Táchira. Este hecho marcó el comienzo de una nueva etapa económica para la nación, que fue reconocido como un productor petrolero a escala mundial.

El primer yacimiento de petróleo se realizó en la Hacienda la Alquitrana, ubicada en la ciudad de Rubio, se trató de una operación pequeña y artesanal, pero que demostró el potencial de la nación bolivariana.

Posteriormente, se vivió el famoso “boom petrolero” en los Barrosos II, Campo La Rosa, cerca de Cabimas, estado Zulia, el 14 de diciembre de 1922, bajo operaciones de la Compañía Caribia Petróleo. Con una perforación mínima, ingenieros y técnicos lograron una producción superior a los 100 mil barriles diarios, lo que atrajo la atención mundial hacia el naciente comercio de hidrocarburos.

Las potencialidades venezolanas convocaron a grandes compañías internacionales y consolidaron una producción masiva que desplazó al cacao y al café como principales rubros de la economía nacional y establecieron al rentismo petrolero como máxima fuente de ingreso. Estas bondades venezolanas llevaron al que país fuera reconocido como el segundo mayor productor de petróleo del mundo y el primer exportador global en 1928.

Sin embargo, esta riqueza petrolera no se convirtió en prosperidad para el pueblo porque los gobiernos de la cuarta república se enfocaron en arrodillarse a los imperios hegemónicos y repartirse los ingresos.

El verdadero impulso llegó en el siglo XX bajo el liderazgo del Comandante Hugo Chávez, quien orientó el petróleo hacia la inversión social y el bienestar colectivo. Actualmente, el presidente Nicolás Maduro continúa este legado mediante cooperaciones nacionales e internacionales que buscan optimizar el sector energético y garantizar su defensa frente a las arremetidas imperiales.

El petróleo, más allá de ser un recurso económico, representa un pilar fundamental de la soberanía y el desarrollo de Venezuela, que consolida su papel como motor de la economía y herramienta de justicia social.

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