****Una fecha que otorga la oportunidad de reconocer que cada historia de paternidad es única y merece ser contada*
CIUDAD MCY.-Más allá de estereotipos y discursos repetidos, el Día del Padre representa una verdad simple y poderosa: para cada hijo o hija, su padre es único e insustituible.
Una mirada distinta a esta fecha que celebra lo profundo, lo cotidiano y lo auténtico del amor paternal.
En junio, como cada tercer domingo del mes de cada año, los mensajes en redes sociales, los anuncios publicitarios y las estanterías de las tiendas hacen recordar que se acerca esta ansiada fecha de celebración.
Una fecha cargada de afecto, pero también de frases repetidas y homenajes en serie que, muchas veces, reducen a un molde lo que significa ser papá. Sin embargo, más allá de los estereotipos, hay una verdad que conecta a millones de personas con una certeza íntima: cada quien siente que su papá es, sin duda, “el mejor del mundo”.
MI PAPÁ
Como lo es para Gabriela Maracara, quien considera que su padre es el soporte y la estabilidad de su vida, una brújula a la cual seguir y guiarse.
Ella asegura que él “fue quien me ayudó a desarrollar prácticamente toda la personalidad que hoy tengo”, dijo la joven, quien además expresó que es evidente la importancia de esta figura en el crecimiento de todo niño, pues llegan a ser como una esfera a la que se le admira, ya que “no solo dan protección, sino seguridad y sustento y sobre todo nos dotan de herramientas para resolver problemas”.
También acotó que para los niños es un poco diferente la figura paterna que para las niñas, ya que siempre se visualizan como un ejemplo de vida y de masculinidad pero que al final es un rol que siempre se está transformando, cambiando y sobre todo adaptándose.
Esta percepción, lejos de ser un cliché, es una manifestación profundamente humana. Es ese lazo irremplazable que se construye con el tiempo, a veces en silencio, otras en consejos o en gestos aparentemente simples: enseñar a montar bicicleta, preparar el desayuno del domingo o simplemente estar. Porque ser padre no es un único modelo, es una vivencia que se adapta, se reinventa y, sobre todo, se siente.
Cada familia tiene su historia. Están los padres presentes, los que luchan desde lejos, los que han partido dejando una huella imborrable, y también aquellos que ejercen la paternidad desde roles adoptivos o afectivos.
Todos convergen en el mismo punto: ser esa figura que para alguien representa fortaleza, ternura, guía y amor. Es allí donde radica el verdadero valor de esta celebración, no en repetir frases hechas, sino en reconocer que cada historia de paternidad es única y merece ser contada.
En esa línea de ideas, Aimara Bulhosa cree que si la sociedad estuviese conformada en su totalidad por buenos padres, que estén presentes en los hogares, cree que la sociedad sería algo completamente distinto.
Comentó que, “también puedo mencionar que me gusta la evolución que ha tenido la figura del padre a lo largo de los años, porque la sociedad ha llegado a un punto que ha entendido que no se trata solamente de que el padre provea económicamente a su familia y que ya ahí está listo su rol, sino que tiene que involucrarse mucho más”, dijo.
Esto manifiesta que se está normalizando aspectos que antes no tenían la relevancia y consideración que tienen actualmente, porque verdaderamente un padre no es solo alguien que te da lo que necesitas a nivel económico, sino que también suple otras necesidades.
Coloca como ejemplo su propia relación, en la que su figura le ha demostrado que ante las dificultades se ha esforzado por sacar a su familia adelante y que aun teniendo una edad avanzada no ha sido un impedimento para hacer actividades para proveer que muchos otros hombres no realizan.
Para José Ángel Romero, un aspecto a analizar son aquellas relaciones difíciles, en las suele existir una ausencia o abandono, su consejo en este caso para mejorar el vínculo es que un papá debería tener en cuenta el sentimientos de su o sus hijos al respecto, y sincerarse con actitudes de perdón, teniendo en cuanto que los años perdidos no se pueden recuperar, pero si se puede comenzar de nuevo, en ambas partes, pues los humanos están dispuestos a cometer errores.
El Día del Padre, entonces, más que una conmemoración social, puede ser una oportunidad para mirar con sinceridad y gratitud a quienes han sido pilares en la vida, desde sus posibilidades y con sus imperfecciones. Y aunque no todos los padres son iguales, todos tienen en común ese lugar irrepetible en el corazón de sus hijos.
Porque si todos decimos que, “mi papá es el mejor del mundo”…entonces todos, desde su vivencia, tienen razón.
MARÍA JOSÉ PARRA | FOTOS REFERENCIALES


