CIUDAD MCY.-El conflicto armado en Sudán, que ha cumplido cuatro meses, «se está convirtiendo en una guerra viral» que se está extendiendo geográficamente y ahora amenaza la región de Kordofán, en el centro-sur del país, mientras la comunidad internacional presta cada vez menos atención a esta crisis, según aseguró la ONU.

«Si esto continúa así existe el riesgo de que todo el país sea consumido por la guerra, el hambre, las enfermedades y el desplazamiento forzado» dijo este viernes en Ginebra el portavoz de la Oficina de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, Jens Laerke, al presentar las cifras que muestran que la acción humanitaria de la organización en Sudán está seriamente amenazada por la escasez de dinero.

Naciones Unidas presentó meses atrás un plan de respuesta humanitaria para Sudán, por 2.570 millones de dólares, pero sólo ha recogido el 28 %, a pesar de que los países se comprometieron a realizar generosas donaciones en favor de la población civil atrapada en este conflicto.

El mayor donante ha sido hasta ahora Estados Unidos, con un 58 % del total de contribuciones, seguido de lejos por la Comisión Europea, Alemania, Reino Unido y la propia ONU, que ha tenido que acudir a un fondo de emergencia que utiliza en situaciones muy urgentes.

En medio de los horrores que sufre la población, el personal humanitario enfrenta una serie de obstáculos para aportar su ayuda, el mayor de los cuales es la inseguridad, pero también toda una serie de barreras burocráticas que retrasan su acción, reveló Laerke.

Detalló que los principales problemas son los bloqueos de las carretera, «los papeleos» que demoran la salida de los cargamentos de ayuda de Puerto Sudán -la principal vía de acceso de los envíos humanitarios en el Mar Rojo-, así como la aprobación de un número insuficiente de visados para los cooperantes.

En el terreno, el personal humanitario debe negociar localmente con quienes tienen el control efectivo de la zona -en ciertos casos las autoridades reconocidas, pero en otros el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR)-, todo lo cual impide que la ayuda llegue «a la escala que se necesita».

«Sin embargo, no nos cruzamos de brazos y se intenta entregar la asistencia cuando y donde se puede», sostuvo el portavoz.

El último conflicto armado interno que vivió Sudán remonta a 2003 y se centró en la inmensa región de Darfur -casi equivalente al territorio de España-, donde los odios étnicos llevaron a la muerte de cientos de miles de personas y donde se centran las actuales hostilidades, junto a la capital Jartum.

La ONU teme que se reviva una situación tan grave como aquella, que dio lugar a un genocidio (documentado por investigadores de la organización y de organizaciones proderechos humanos) que se prolongó hasta 2020, cuando se firmó un acuerdo de paz que nunca llegó a frenar totalmente la violencia contra la población de la región.

AGENCIAS