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CIUDAD MCY.-  La Navidad venezolana es un amplio campo lleno de matices, según la región. Cada pueblo tiene su particularidad en los festejos. En Caracas,  la sobria reunión familiar desde el siglo XVI, en la que el dulce de lechosa, el turrón, el pan de jamón, la cena de hallacas y el vino añejo, constituían la mesa de los invitados, según describe El Libro de la Navidad en Venezuela.

El dulce de lechosa es algo que se remonta a la época colonial. Alguien ha dicho que fue importado de México por las monjas carmelitas en 1732. Esta tradición es acompañada con los cohetes y triquitraques o animada por ese aguinaldo ágil y espontáneo que se llama la Parranda.

En los pueblos de oriente la Navidad es musical, colorida y donde las calles se llenan de comparsas que acompañan al Pájaro Guarandol, al Sebucán o al Chiriguare. La gente piden aguinaldos a las puertas de las casas y alguien inventa el simulacro del Niño enfermo para iniciar la fiesta. Por Margarita salen de las mandolinas con los polos y galerones, mientras las muchachas bailan.

En los Llanos, la Navidad está llena de flores, de maderas que cubren el pesebre. La música está presente en los tambores, de maracas, de pitos, de lechosa y de furrucos. Los hombres juegan bolas, las mujeres bailan y cantan aguinaldos.

En el estado Miranda, una vara del tamaño de un hombre abre el paso a diecinueve pastores, cuatro músicos y un jefe por las calles de San Joaquín. Las mujeres van vestidas de colores y el jefe dirige, al golpe del cuatro y del tambor, los pasos de los bailadores que agitan largas cintas de papel en sus sombreros. Un árbol a la entrada del pueblo de Barlovento espera la llegada del Niño el día 24. Antes ha estado de recorrida por los pueblos de la costa y a las doce de la noche entrará con música y cohetes, mientras la gente preparan velorios en su honor.

En el Zulia, La gaita volcada por las calles y plazas incorpora su aliento peculiar a la celebración. La charrasca, el cuatro y el furro acompañan los grupos de parroquianos, que cantan versos de una tonalidad única en el país. En la zona costeña del lago de Maracaibo, la Navidad está unida a la fiesta de San Benito, que va unida con los tambores que se ofrenda al santo negro cuando el de diciembre hace su entrada en Betijoque, después de un día de danzar por el camino que viene de Sabana Grande.

Mientras que en los Andes, Mérida se destaca en la artesanía de los pesebres y en la elaboración de objetos de anime, en las maravillas de los juegos artificiales. Las crónicas hablan del famoso pesebre de las señoritas Chaparro, en el cual se reproducían todos los pasajes de la Historia Sagrada y a falta de un manzano, un lechoso hacía de árbol del paraíso.

Fuente VTV