*** Tradiciones, música y comparsas se unen en una celebración que recorre todo el país ***
CIUDAD MCY.- Al culminar la época decembrina los venezolanos se preparan para vivir otra de sus festividades más esperadas: el Carnaval. Esta celebración, arraigada en la cultura popular y el corazón de los ciudadanos, se manifiesta de diversas formas a lo largo y ancho del territorio nacional, cada estado-pueblo posee características únicas de cómo llenar las calles de música y color, convirtiendo al país en un mosaico de expresiones artísticas y culturales que refleja la diversidad.
Cada región tiene su propia manera de festejar, adaptando las tradiciones a sus costumbres locales, ejemplo de ello es que en algunas zonas se pueden apreciar las “comparsas”, grupos organizados que desfilan por las calles al ritmo de la música y la danza, siendo el centro de atracción; mientras que, en otras las fiestas callejeras se convierten en las reinas de la noche.
Asimismo, la fecha también se convierte en la verdadera oportunidad de revivir la ancestralidad indígena y afrodescendiente al rescatar las expresiones culturales en peligro de extinción, pues algunos de los elementos propios de dichas grupos se incorporan a las fiestas carnestolendas.
La música es la verdadera protagonista, ritmos como el calipso, la salsa y la tambora se mezclan creando una banda sonora única que acompaña los festejos junto a los disfraces y máscaras, otros elementos fundamentales, que permiten a los participantes adoptar nuevas identidades y expresarse de manera creativa.
Aun así, el carnaval en Venezuela representa más que fiesta, música y diversión. Se trata de una extensión y manifestación de la identidad nacional, un momento para celebrar la diversidad cultural y fortalecer los lazos comunitarios; una muestra del espíritu festivo y la creatividad del pueblo.
CARNAVAL DE EL CALLAO: EL RITMO DEL ORO NEGRO
El Carnaval de El Callao, en el estado Bolívar, es una fusión de ritmos africanos y tradiciones indígenas, conocido por su calipso contagioso y las comparsas que desfilan por las calles luciendo trajes coloridos y máscaras elaboradas.
La música, el baile y la alegría se entrelazan en una celebración que rinde homenaje a los trabajadores del oro y a la rica historia de la región.
Sus orígenes se remontan a la época de la esclavitud, cuando los africanos trajeron sus costumbres musicales y dancísticas, con el tiempo, el calipso se convirtió en el alma del carnaval, y las comparsas adquirieron un carácter más organizado.
CARNAVAL DE CARÚPANO: LA FIESTA DE ORIENTE
El Carnaval de Carúpano, en el estado Sucre, es uno de los más antiguos de Venezuela. Con una fuerte influencia española, se caracteriza por sus bailes tradicionales, disfraces coloridos y comparsas llenas de energía.
Las raíces se originan en las fiestas coloniales donde se mezclaban elementos religiosos y paganos, al pasar los años, se popularizó entre los habitantes convirtiéndose en una tradición arraigada.
CARNAVAL DE LA COLONIA TOVAR: UN TOQUE ALEMÁN
El Carnaval de la Colonia Tovar, en el estado Aragua, fusiona las tradiciones alemanas y venezolanas, allí los habitantes de esta pintoresca localidad conforman los gremios de los Gorilas, Jokilis y Brujas, quienes desfilan por las calles al ritmo de la música de banda.
Los carnavales autóctonos de Alemania tienen la presencia de diversos personajes característicos de la festividad, en el caso del municipio Tovar se unieron las Brujas, quienes llevan máscaras de madera tallada, tomando de estereotipo a los típicos personajes de cine y televisión, es decir, arrugas, verrugas y trajes verdes.
Cuenta la leyenda que sus gritos se escuchan a lo lejos, sus enormes escobas suenan al ser arrastradas por los viejos caminos de adoquines del pueblo, y tras pasar un año entero escondidas en el medio del bosque vuelven a las 19:11 horas del sábado antes del miércoles de ceniza. Las brujas bajan porque el señor hechicero las convoca a que se porten mal y disfruten del carnaval antes de la cuaresma.
Los Jokilis pisaron tierras venezolanas por primera vez en la década de los 70, gracias a la motivación de Pablo Dürr y otras personas que viajaron al antiguo continente y observaron su pintoresca presentación.
Provenientes del sur de Alemania, el jueves antes de carnaval realizan un ritual llamado “La Noche de las Batas Blancas”, este consiste en llevar a cabo una caravana en el que las personas pertenecientes a la Asociación de Arlequines, vestidos de blanco, se dirigen a la fuente de la plaza El Jokili a hacer ruido y así despertar el espíritu alegre que en esas aguas reposa.
En cuanto a los Gorilas, son la representación cultural propia de la zona, pues no provienen de Alemania.
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