CUIDAD MCY.-Privar al cuerpo del descanso necesario va más allá del cansancio; es un factor de riesgo para el sistema inmune. Dormir suficiente es crucial para restaurar la función cerebral, mejorar la toma de decisiones y mantener el equilibrio del sistema inmunológico. Cuando la falta de sueño es frecuente, las consecuencias para las defensas del cuerpo pueden ser graves.

El sueño cumple una función de apoyo inmunitario, que defiende al cuerpo contra infecciones e inflamaciones. Si no se duerme bien, este sistema se desregula, llevando a un estado de inflamación crónica de bajo grado. Esto debilita la capacidad de combatir infecciones y reduce la actividad de las células «asesinas naturales» que eliminan células tumorales.

La falta de sueño también perjudica la respuesta a las vacunas, disminuyendo la producción de anticuerpos protectores. Además, promueve la generación de moléculas que causan inflamación en todo el cuerpo. Estos efectos no son solo momentáneos, sino que el daño se acumula con el tiempo, y aumenta el riesgo de problemas de salud crónicos.

Entre las enfermedades asociadas a la falta constante de descanso se encuentran las cardiopatías y la presión arterial alta, debido al aumento de la inflamación. También aumenta el riesgo de diabetes, ya que el cuerpo no controla óptimamente el azúcar en la sangre, y de obesidad, al dificultar la resistencia a alimentos poco saludables.

El sistema inmunitario debilitado enfrenta problemas para combatir gérmenes, lo que aumenta el riesgo de infecciones respiratorias. Asimismo, los problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión pueden empeorar tras noches consecutivas de mal descanso, y crea un círculo vicioso.

Para evitar estos problemas, se recomienda que los adultos duerman entre 7 y 8 horas por noche. Implementar hábitos de sueño saludables, conocidos como higiene del sueño, es fundamental para garantizar un buen funcionamiento mental y una salud física óptima, incluso con horarios agitados.

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