Para él la discapacidad no es mendigar, es la construcción de un ser humano productivo, es el compromiso social en el quehacer político que lo llevó ser el primer concejal suplente con discapacidad en el municipio Sucre
Ciudad Mcy.- El Día Internacional de las Personas con Discapacidad se celebró el pasado 3 de diciembre, con el propósito de promover los derechos y el bienestar de las personas con discapacidad en todo el mundo.
Gil Escobar, licenciado en Educación Integral de 43 años de edad y oriundo del estado Aragua que se alza como un faro de resiliencia y empoderamiento, estuvo en nuestra casa editora para extender su mensaje de dignidad e inclusión.
A pesar de haber crecido en un mundo silenciado por una hipoacusia moderada y la sobreprotección materna, Gil no solo logró obtener la audición y graduarse con honores, sino que hoy es un asesor activo en la Cámara Municipal de Sucre, demostrando que la discapacidad no es una barrera, sino una plataforma para la transformación social y política.
INFANCIA SILENCIOSA Y DESCUBRIR SONIDO
Gil relata una niñez marcada por la dificultad de la inclusión social. Su sordera moderada lo mantuvo aislado y sobreprotegido por su madre, figura clave en su vida. «Mi mamá me tenía como un pollito. Yo no socializaba con la comunidad,» recuerda.
Su mundo era un lugar donde las palabras pasaban de largo. El punto de inflexión apareció cuando su madre, al descubrir su condición, empezó a hablarle constantemente, logrando lo que los médicos consideraban increíble: Gil adquirió sonido. «Los médicos decían, increíblemente, una persona puede tener sonido” Este primer triunfo desafió el pronóstico de que la sordera llevaría a una pérdida progresiva de la visión.
EDUCACIÓN: CAMINO DE RECHAZOS Y TRIUNFOS
A diferencia de lo que le recomendaron, su madre lo inscribió en una escuela convencional. El reto mayor llegó en el liceo. El rechazo fue constante, ejemplificado por el director de una escuela técnica que le dijo a su madre que no podía inscribirlo porque sería «dañar a los demás muchachos”. Con el año escolar a punto de cerrarse, su madre lo inscribió en un liceo más cercano sin entregar su informe médico.
En este nuevo centro educativo, la perseverancia de Gil rindió frutos. Se sentaba al frente para no perder detalle y se apoyaba en sus compañeros. La culminación de su bachillerato en 1992 fue un momento de validación rotunda. La profesora de graduación lo separó para reconocerlo, destacándolo junto al tercer y cuarto índice académico más alto. La emoción fue palpable: «Me pusieron de pie y todo el mundo aplaudió, mi mamá me decía, ¿viste? Sí se pudo, nosotros sabíamos que era sordo, se fueron las lágrimas, mi mamá me abrazó”, relató visible emocionado Escobar.
UNIVERSITARIO Y ACTIVISMO POLÍTICO
Con el sueño de su madre de ser maestra como motor, Gil optó por el camino de la Educación, licenciándose en la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos (UNERG). La universidad fue su prueba de fuego, pues ya no estaba su madre como apoyo. Estudió siete años sin intérprete, solo, en un «mundo adulto», que lo forjó.
Hoy, a sus 43 años, Gil Escobar es un profesional realizado, actualmente cursa una maestría en Cultura Sorda y planeando otra en Sexología para entender la «conducta sexual del ser humano» y ayudar a las personas con discapacidad a tener una vida plena.
HUMANIZACIÓN Y NO MENDIGAR EN DISCAPACIDAD
Durante la entrevista, Gil Escobar fue enfático al hablar sobre el mensaje que desea transmitir: «La discapacidad no es mendigar, es la construcción de un ser humano productivo», a la sociedad le pide un cambio de paradigma: la humanización.
Para él, la inclusión va más allá de leyes o rampas; es un asunto de corazón. «No es donar, tomarme la foto, ay un pobrecito, ay, da lástima. Dale al corazón, y vale más que tomar la foto».
El principal obstáculo, según Gil, no es la condición en sí, sino la barrera que levanta la sociedad y, a menudo, la propia familia, por falta de aceptación. Su vida es la prueba de que se puede ser un agente de cambio, disfrutar y mirar hacia el futuro con inmensos sueños, desafiando a quienes le dijeron que «no podía» y demostrando que sí, se puede.
Gil Escobar no solo se ha superado a sí mismo al adquirir sonido y alcanzar logros académicos y políticos, sino que se ha convertido en un líder que usa su experiencia para abogar por la dignidad y la inclusión plena.
Su vida es un testimonio de que la verdadera discapacidad reside en la falta de empatía y que cada persona, sin importar su condición, tiene el potencial de ser un ser humano productivo y ejemplar. Su mensaje final es claro: «No te encierres porque tienes discapacidad. Tienes que decir no, y tampoco mendigar la discapacidad».
REINA BETANCOURT | CIUDAD MCY | FOTOS: KAREN RODRIGUEZ

