**La alfabetización no solo incluye leer y escribir, sino también la capacidad de participar en un mundo cada vez más digital y de interpretar información para acceder a mejores oportunidades laborales y contribuir al progreso social**

CIUDAD MCY.-Cada 8 de septiembre, el mundo se une para conmemorar el Día Mundial de la Alfabetización, fecha proclamada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) el 17 de noviembre de 1965. El propósito de este día es concienciar a la comunidad internacional sobre la importancia de la alfabetización como pilar fundamental para el desarrollo individual y social. Su origen se remonta a la Conferencia Mundial de Ministros de Educación sobre la Erradicación del Analfabetismo, celebrada durante una semana en Teherán, Irán.

La alfabetización no solo se trata de saber leer y escribir, sino que es un vehículo para la inclusión social, la reducción de la pobreza y el fomento de la igualdad de género. En el plano internacional, los esfuerzos se centran en alcanzar la alfabetización universal, una meta crucial para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, especialmente el objetivo 4, que busca garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos.

A pesar de los avances, la Unesco estima que cientos de millones de adultos en el mundo carecen de habilidades básicas de alfabetización, lo que subraya la necesidad de redoblar los esfuerzos para ofrecer oportunidades educativas a las poblaciones más vulnerables.

TERRITORIO LIBRE DE ANALFABETISMO

En Venezuela, la lucha contra el analfabetismo ha sido un objetivo prioritario. El punto de inflexión en esta batalla se marcó con la creación de la Misión Robinson, un programa de alfabetización masiva lanzado en 2003 por el gobierno de Hugo Chávez. Esta iniciativa, inspirada en el educador venezolano Simón Rodríguez, utilizó el método de enseñanza cubano «Yo sí puedo», que se basa en el uso de la asociación de imágenes y sonidos con letras y números.

La Misión Robinson, a través de sus tres fases: Robinson I, para la alfabetización; Robinson II, para la continuidad educativa hasta el sexto grado; y Robinson III que ofrece educación secundaria), movilizó a miles de facilitadores y voluntarios para llegar a las comunidades más remotas y marginadas del país. Los resultados de este esfuerzo fueron reconocidos a nivel internacional: en 2005, la UNESCO declaró a Venezuela «Territorio Libre de Analfabetismo», un hito que marcó la conciencia de los venezolanos.

Desde la declaración de 2005, Venezuela ha mantenido su compromiso con la educación y la alfabetización. El programa Misión Robinson ha continuado activo, adaptándose a las necesidades de la población y ofreciendo oportunidades de aprendizaje continuo. Los logros han sido significativos: el país ha registrado una de las tasas de alfabetización más altas de la región del 97.6 por ciento.

Sin embargo, persisten desafíos, como el acceso a la tecnología y la necesidad de mantener actualizados los métodos de enseñanza en un mundo cada vez más digitalizado.

ALFABETIZACIÓN DIGITAL

El enfoque actual del sistema educativo venezolano busca no solo la alfabetización básica, sino también el desarrollo de competencias para el siglo XXI, incluyendo la alfabetización digital.

A mediados del 2006 nació una misión cuyo propósito principal era difundir en el Pueblo venezolano todo el saber científico necesario para fomentar el desarrollo social, con fines de eliminar, en el futuro, la dependencia extranjera tecnológica del país: La Misión Ciencia.

EL Plan Nacional de Alfabetización Tecnológica es parte de esta misión del Gobierno Bolivariano, y su propósito es formar en el uso de las Tecnologías de Información Libres a comunidades organizadas y sectores populares, con una mayor atención en las localidades más recónditas del país. Los resultados obtenidos para el año 2012, cuando más de 1 millón 96 mil venezolanos habían participado en esta iniciativa y nuevamente hicieron merecedora del reconocimiento por parte de la Unesco.

MARÍA JOSÉ PARRA | FOTOS | CORTESÍA