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CIUDAD  MCY.- A pesar de su asociación universal como el acto musical navideño por excelencia, el Cascanueces no siempre gozó de la misma popularidad que ostenta en la actualidad. Este clásico del ballet, con música del compositor ruso, Piotr Ilich Chaikovski, cambió el mundo del ballet más de seis décadas después de su primera función.

En 1891, el Cascanueces fue encargado como función musical por uno de los teatros imperiales de Rusia, lugares caracterizados por un monopolio estatal sobre las funciones teatrales en las mayores ciudades del gigante eslavo. Tchaikovsky trabajó en conjunto con el coreógrafo y maestro de ballet, Marius Petipa; y basó la composición musical en El cascanueces y el rey de los ratones, cuento de 1816, escrito por el autor prusiano, Ernest Theodor Amadeus Hoffmann.

La adaptación de ballet narra la historia de las festividades navideñas de una familia alemana, durante las cuales un amigo familiar regala un cascanueces a los niños. Después de que toda la familia se duerme, una de las niñas, Clara o Marie (según la producción), se escabulle al árbol de Navidad para ver sus regalos pero se pierde en un mundo imaginario que se encuentra envuelto en una batalla entre un cascanueces heroico y un rey ratón malévolo. Tras ganar la lucha, el Cascanueces se convierte en un príncipe y lleva a Clara a un bosque nevado.

Durante el segundo acto, Clara y el Príncipe observan una cabalgada de dulces y pasapalos antropomórficos, incluido té chino, jengibre y chocolate; los cuales rinden tributo al otrora Cascanueces a través de la danza. Al finalizar la celebración, el Hada de Azúcar realiza un dueto con un caballero, y Clara parte junto al Príncipe en un trineo volador.

Aunque Tchaikovsky gozó de cierto éxito, tras presentar una versión recortada de la partitura musical unos meses antes del debut del ballet; las audiencias demostraron indiferencia a las primeras funciones en San Petersburgo, mientras los críticos rechazaban la narrativa orientada a público infantil y los pasos «pesados y rígidos» de los bailarines.

La historia original era considerablemente más oscura que su adaptación musical; como ejemplo, Clara sufre una grave herida durante la batalla contra el ratón y se encuentra desmayada durante la mañana siguiente; mientras que los soldados del ratón se arrancaban sus propias piernas para caer sobre el ejército del Cascanueces y destruirlo con su peso corporal. Tchaikovsky y Petipa optaron por una presentación más ligera, al basar su ballet en La Historia de un Cascanueces, adaptación más jovial concebida por Alejandro Dumas padre.

Reinvención del clásico

El gradual éxito de este ballet motivó su primera función en Estados Unidos durante 1944, interpretado por el Ballet de San Francisco bajo el director William Christensen. Sin embargo, en 1954, el Ballet de Nueva York catapultó la notoriedad de este acto gracias a la reinterpretación del coreógrafo, George Balanchine; quien creció bailándolo en Rusia y optó por predisponer de la coreografía tradicional de Petipa y optar por los pasos elevados e intensos de Balanchine, así como sus direcciones técnicas exigentes.

Con una escenografía espectacular de trasfondo, elaborada por la bailarina Maria Tallchief, la función se convirtió en un éxito rotundo. El Cascanueces se convirtió en un acto esencial para el Ballet de Nueva York, y a partir de allí se difundió paulatinamente al resto del mundo en su encarnación moderna.

Fuente VTV