**Más que pensar en lo incontrolable de la naturaleza, se debe razonar cómo afecta ese inservible artefacto obstruye una quebrada, esos desechos que taponean la alcantarilla y cómo será el impacto real sobre el hábitat humano**

CIUDAD MCY.- Cuando se habla de desastres naturales, el discurso común apunta a la fuerza descomunal de la naturaleza como única responsable de la tragedia: «el terremoto mató a miles», «la tormenta arrasó con todo», «el río se desbordó y cobró vidas».
Sin embargo, una revisión más profunda y honesta revela que, más que fenómenos inevitables, muchas de estas catástrofes son agravadas, y en ocasiones provocadas, por la acción humana.

Los terremotos, huracanes, lluvias torrenciales o tsunamis son parte del ciclo vital del planeta. Son eventos naturales, no tragedias en sí. Lo trágico viene después, cuando los seres humanos son azotados por dichos eventos que muchas veces significan el colapso de la actividad humana.

Esta realidad incide de forma directa en la intensidad de los desastres. Muchas inundaciones en comunidades urbanas no son únicamente producto de las lluvias, sino de la obstrucción de drenajes por desechos sólidos. La costumbre de lanzar basura a quebradas, ríos o canales pluviales tiene consecuencias reales: calles convertidas en ríos, casas bajo el agua y pérdidas humanas y materiales.

Así, cada bolsa de plástico, cada electrodoméstico tirado, cada desecho que no se maneja adecuadamente puede ser parte del desencadenante de un desastre.

RESPONSABILIDAD COLECTIVA

Hablar de desastres naturales sin considerar la responsabilidad humana es reducir la historia a la mitad. Si bien nadie puede evitar que llueva o que tiemble la tierra, sí pueden decidir cómo actuar en pro la sociedad.

El Estado sí tiene una responsabilidad, incluso una obligación con la mitigación de desastres, y por ello se han creado a lo largo de las historia diversos cuerpos de protección ciudadana, pero los humanos también deben colaborar con el tema de la basura y el uso de los recursos naturales.

Aunque existan programas de educación ambiental y sistemas de alerta temprana, los ciudadanos muchas veces no se motivan en documentarse en el área, ni de hacer real consciencia, lo que realmente cambiaría la historia que ha vivido el mundo hasta la actualidad, desde las catástrofes hasta la mínima inundación.

SUGERENCIAS ANTE EL RIESGO

Por ello, el comisionado en mitigación de riesgos, y experto en el área, Jacobo Vidarte Donaire, aseguró que “la naturaleza no es indolente al ser humano, simplemente es indiferente”, por ello ofreció algunas sugerencias asociadas a las lluvias, un tema de mucho interés actual por las fuertes precipitaciones caídas, partiendo de confirmar si realmente una situación de riesgo lo es, con las autoridades pertinentes, y cómo reaccionar como familia y comunidad.

Asimismo, no se deben transitar vías desconocidas en caso de lluvias fuertes, a menos que sea extremadamente necesario, así como en caso de tormentas eléctricas no se refugiarse debajo de árboles, pues es peligroso, y puntualizó que las luces intermitentes no son para la lluvia, y que en caso de precipitaciones, encender las luces en el primer pase de encendido.

Así pues, los fenómenos naturales no tienen intenciones, no buscan castigar ni premiar. Son parte de un sistema dinámico y complejo que existe desde mucho antes que todos, lo que convierte esos fenómenos en tragedias es, muchas veces, la forma de habitar el mundo.

MARÍA JOSÉ PARRA | FOTOS REFERENCIALES