* Cada 22 de agosto, Venezuela se viste de tradición para conmemorar el Día del Folclore, una fecha que es un recordatorio de la profunda importancia de las tradiciones populares como pilar de la identidad nacional
CIUDAD MCY.- El folclore, que etimológicamente significa “saber del pueblo”, no es solo un conjunto de expresiones artísticas, es la memoria colectiva de un pueblo, es, sin duda alguna, el reflejo de la diversidad geográfica y cultural de una nación que se transmite de generación en generación.
Para conmemorar el día en que el escritor e historiador británico William John Thoms en 1846 acuñó el término “folklore” (del inglés “folk”, pueblo, y “lore”, saber o conocimiento), se estableció el 22 de Agosto como Día Mundial del Folclore.
En un mundo globalizado, donde las culturas tienden a diluirse, el folclore se alza como un bastión de autenticidad.
Cabe destacar que, en Venezuela, esta herencia se manifiesta en una complejidad de expresiones que varía de una región a otra, pues, la pluralidad de su gente y paisajes presentan historia propia.
El Día del Folclore actúa como guardián de la historia, como una invitación a conocer y valorar la identidad que vibra en el corazón, al celebrar las raíces como acto de orgullo nacional.
EL SABOR CRIOLLO DE LA COCINA
La diversidad de ingredientes y técnicas culinarias regionales contribuyen a la riqueza del sabor criollo de la cocina venezolana.
Platos emblemáticos como la arepa, la hallaca, el pabellón criollo, la cachapa, el sancocho y el asado negro no son solo recetas, son manifestaciones de la vida cotidiana, las festividades y las tradiciones familiares, pues, la comida transmite en cada bocado una historia del pasado y mantiene vivo el espíritu del país.
MÚSICA QUE RESUENA EN EL ALMA
Desde el joropo llanero, en el que los zapateos y contrapunteos al son del arpa, cuatro y maracas narran la vida del campo y la fuerza de la inmensa llanura; el tambor que retumba en la costa, como referente a la poderosa expresión de la herencia afrodescendiente; la gaita zuliana, que anuncia la llegada de la época navideña; el calipso guayanés, influenciado por la inmigración antillana; el merengue caraqueño, oriental y larense con ritmos caribeños; la parranda nativa de los estados centrales, hasta valses, bambucos, pasodobles y aguinaldos de los andes, como resultado de la mezcla de influencia española, son el vivo reflejo de celebración y devoción.
DANZAS QUE REFLEJAN LA IDENTIDAD
Las danzas folclóricas venezolanas son verdaderas puestas en escena que narran ritos, costumbres y mitos, ejemplo de ellas: Los Diablos Danzantes, Velorio de la Cruz de Mayo, San Juan Bautista, Parranda de San Pedro, y la Paradura del Niño, son festividades impresionantes en la que los devotos cumplen sus promesas a través de una conmemoración popular y religiosa.
Además, el carnaval es una fiesta llena de color, música y tradición, que se celebra con desfiles, bailes, y disfraces, reforzando lazos comunitarios que unifican y cohesionan a la sociedad.
ARTESANÍAS QUE CUENTAN HISTORIAS
Como testimonio de la creatividad y habilidad, la artesanía venezolana representa la identidad y memoria colectiva de la comunidad. Las piezas de barro y los coloridos tejidos son solo algunos ejemplos de un saber ancestral.
LEYENDAS Y MITOS QUE PERDURAN
El espíritu del pueblo venezolano permanece intacto y vibrante al mantener vivas las tradiciones orales e imaginación de sus habitantes.
El Silbón, la Llorona, La Sayona, María Lionza, Florentino y el Diablo, y un sinfín de leyendas indígenas, forman parte del rico folclore que refleja las creencias, temores y esperanzas del pueblo venezolano.
LUZ MARINA CARRERA | FOTOS │CORTESÍA




