El bienestar psicológico no se construye en soledad, requiere comprensión familiar y de políticas que garanticen el acceso, la prevención y el acompañamiento de expertos y así como el derribo de mitos y hablar con honestidad

CUIDAD MCY.-Cada día, miles de personas se despiertan con una sensación de difícil mención, una mezcla de agotamiento, ansiedad o vacío que se disfraza detrás de rutinas aparentemente normales. Son quienes sonríen mientras sienten que algo dentro se apaga, quienes callan porque no saben cómo explicar lo que sienten, o porque temen no ser comprendidos.

La salud mental, esa dimensión “invisible” que sostiene nuestras emociones, decisiones y relaciones, sigue siendo una deuda pendiente en la conversación pública. No porque falten casos, sino porque, a menudo, falta lenguaje para expresarlos.

Hablar de salud mental hoy no es solo una necesidad médica, sino un acto social y cultural. que implica reconocer que la mente también se fatiga, que el cuerpo no es el único que se enferma, y que detrás de cada persona puede existir una historia que necesita ser escuchada.

DEJÓ DE SER TABÚ

Durante mucho tiempo, el malestar emocional se ocultó detrás de frases fabricadas y repetitivas como: “todo pasa”, “tienes que ser fuerte”, “otros están enfrentando casos peores”. Sin embargo, la creciente visibilización del tema ha permitido derribar algunos muros y comenzar a hablar con más naturalidad sobre la ansiedad, la depresión o los trastornos anímicos.

“La salud mental no es un lujo, es un componente esencial del bienestar humano”, afirma la psicóloga Daniela Parra, quien considera que la sociedad sigue viendo el sufrimiento mental como una debilidad, cuando en realidad es una parte inherente de la experiencia humana.

EL PESO INVISIBLE DE LAS EMOCIONES

El aumento de los cuadros de ansiedad y depresión, sobre todo en los últimos años, ha revelado una necesidad urgente de acompañamiento emocional. Muchos pacientes llegan a terapia convencidos de que algo físico está mal, sin imaginar que su cuerpo solo está manifestando lo que su mente ha callado durante meses o incluso años.

En relación a esto, Parra explica que el principal problema no es solo la enfermedad mental, sino la falta de comprensión hacia ella. “Al ser humano muchas veces le cuesta entender que pedir ayuda psicológica no es un signo de fragilidad, sino de autocuidado y responsabilidad personal”, argumentó Parra.

Parra añade que los entornos laborales y educativos todavía no desarrollan estrategias preventivas suficientes, por eso “el estrés crónico está normalizado. Vivimos en una cultura del rendimiento, y cuando el cuerpo pide pausa, lo interpretamos como fracaso”, puntualizó la psicóloga.

LLAMADO DESDE LA EMPATÍA

Cada historia cuenta. Desde los jóvenes que cargan con la presión del futuro, hasta los adultos que enfrentan la incertidumbre económica o los duelos silenciosos que deja la migración. En todos los casos, la soledad y el miedo a ser juzgado suelen ser un obstáculo mayor que el propio malestar.

“En consulta, uno se da cuenta de que muchas personas solo necesitaban ser escuchadas sin juicio”, comentó la profesional, quien trabaja en programas de orientación emocional y añadió que el acompañamiento no siempre implica diagnósticos o medicación, pues a su juicio, muchas veces, basta con un espacio seguro para hablar.

DESAFIO: ACCESO Y CONCIENCIA

Pese a los avances en la sensibilización, los profesionales coinciden en que los servicios psicológicos aún no llegan a todos por igual.

“Necesitamos acciones diarias, no solo campañas puntuales. Invertir en salud mental es invertir en convivencia, educación y productividad. No hay desarrollo posible si las personas viven emocionalmente fracturadas”, puntualizó Parra.

La educación emocional, desde edades tempranas, también aparece como un punto clave. Enseñar a reconocer y expresar emociones podría evitar crisis futuras. Sin embargo, aún hay resistencia cultural.

“Nos enseñaron a callar el llanto, a ocultar la tristeza, y eso deja heridas que después cuesta sanar”, añadió la profesional.

LA ESPERANZA COMO PUNTO DE PARTIDA

Más que una fecha el Día Mundial de la Salud Mental, de este 10 d octubre, es una oportunidad para recordar que el bienestar y equilibrio psicológico es un derecho, no un privilegio. Que cuidar la mente no es egoísmo, sino un acto de amor propio.

“La mente se sana cuando encuentra comprensión y cada vez que alguien se atreve a pedir ayuda, abre el camino para que otro también lo haga”, concluyó Parra.

En este contexto, Ciudad MCY invita a la reflexión y al reencuentro con uno mismo, recordando que, en la época que vivimos tan saturada, llena de distracciones y donde todo parece urgir, hacer una pausa para escuchar la mente puede ser un acto de resistencia y amor propio. Porque, al final, cuidar la mente también es cuidar la vida.

Señales y Sintomatología

Algunos signos de alerta pueden ser:

Constantes cambios de humor sin causas aparentes

Dificultad para realizar actividades diarias

Aislamiento

Falta de memoria e incapacidad para procesar información

Cambios en hábitos alimenticios y/o sueño

Pensar en lastimarse a sí mismo y/u otros

Sentirse vacío o como si nada importara

Experimentar delirios

REINYMAR TOVAR | FOTOS | CORTESIA