**Cada último domingo de mayo, Venezuela celebra el Día Nacional del Árbol, fecha para honrar el valor ecológico, histórico y cultural de estos guardianes naturales, fundamentales para la vida del país**
CIUDAD MCY.-Dicen que los árboles no hablan, pero lo cierto es que nunca han dejado de contarnos historias.
Con sus troncos tatuados por el tiempo y sus ramas extendidas como brazos al cielo, los árboles han sido testigos de alegrías, silencios, luchas, promesas y reposos. Bajo su sombra se han firmado tratados; jurado amor de pareja y lealtades libertarias; inspirado poemas y prosas; compartir en familia y despedidas a abuelos; y por si fuera poco, muchos árboles nos han permitido acceder a historias e incluso contarlas nosotros mismos.
Por ello, cada último domingo de mayo Venezuela tiene una singular manera de rendir tributo a estos sabios incólumes de la naturaleza, asignándoles el Día Nacional del Árbol, obligado a resaltar que no es una fecha cualquiera: es una invitación a escuchar lo que la tierra murmura a través del follaje, a recordar que no hay futuro posible sin raíces sanas.
HISTORIA Y PROPÓSITO
El 29 de mayo de 1948, el presidente de la República, Rómulo Gallegos, dictó el decreto en el que se declara al Araguaney como “Árbol Nacional”, contribuyendo con dicha iniciativa a dotar al país de la integralidad de sus símbolos y significados e identidad de la población, con sus paisajes, recursos naturales, cultura e historia. Tres años después la Junta de Gobierno, presidida por Germán Suárez Flamerich, “dispone celebrar la Semana del Árbol, tomando como día el último domingo de mayo”.
Desde entonces, cada año se dedica este día a sembrar no solo árboles, sino también valores: respeto, cuidados, y consciencia ambiental. Recordando al árbol como símbolo de vida, portador de múltiples significados: oxígeno, sombra, alimento, ornato, hogar para la fauna, equilibrio climático, y valor cultural.
GUARDIANES DEL PAISAJE
Venezuela, país privilegiado por su biodiversidad, en sus diversos ecosistemas, desde la Amazonía hasta los Llanos, desde la Cordillera de los Andes hasta la costa caribeña, crecen árboles que no solo cumplen funciones ecológicas fundamentales, sino que también encierran misticismo, historia y belleza.
Araguaney: Establecido como el árbol nacional y símbolo de resistencia, florece en la sequía pintando los paisajes de un amarillo vibrante. Su floración es tan impactante que el poeta Rómulo Gallegos lo llamó «la primavera de oro de los araguaneyes».
Samán: Imponente y majestuoso, su copa amplia ofrece sombra generosa. el Samán de Güere, ubicado en el municipio Santiago Mariño, estado Aragua, es uno de los árboles más emblemáticos por su antigüedad y por haber sido testigo de encuentros históricos.
Ceibo y Apamate: Árboles de floración intensa, ligados a mitos indígenas y muy apreciados por sus cualidades ornamentales.
GUARDIANES CIVILES DE LA NATURALEZA
El Día se desarrolla con siembra masiva de especies autóctonas como el Araguaney, el Samán o el Cedro son plantadas en parques y áreas degradadas por organizaciones y comunidades.
Aunque la crisis ambiental opaca algunas iniciativas, proyectos como la Misión Árbol, intentan rescatar prácticas sostenibles, vinculando a niños y agricultores en talleres de compostaje, limpieza de espacios verdes y promoción de políticas públicas ambientales.
Estos movimientos ciudadanos constituyen un tejido social vital para defender el patrimonio natural, muchas veces trabajando con recursos limitados pero con la convicción inquebrantable.
CUIDAR UN ÁRBOL = CUIDAR LA VIDA
Celebrar el Día Nacional del Árbol es más que plantar una semilla en la tierra: es sembrarla en el corazón. Es recordar que sin árboles no hay oxígeno, ni sombra, ni vida. En un contexto global marcado por la deforestación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, esta fecha adquiere una dimensión ética ineludible.
Desde las aulas hasta los bosques, desde los parques urbanos hasta las reservas naturales, el llamado es claro: proteger nuestros árboles es proteger nuestro hogar común. Cada Araguaney plantado hoy será una promesa de futuro; que cada himno cantado sea un acto de amor por la Tierra.
Conciencia desde la infancia
En la mayoría de escuelas venezolanas, el Día del Árbol se vive con entusiasmo y ternura. Se programan actividades educativas y lúdicas que involucran a docentes, estudiantes y representantes, bajo un enfoque de educación ambiental.
Además de sembrar árboles en los patios escolares, los estudiantes realizan murales ecológicos, dramatizaciones, exposiciones sobre especies nativas y excursiones a parques nacionales y reservas forestales.
Sin embrago, está comprobado que uno de los momentos más emotivos es la entonación del Himno al Árbol, escrito por el poeta Alfredo Pietri y musicalizado por Miguel Ángel Granado, cuyo coro y primera estrofa resuenan con fuerza y dulzura en las voces infantiles:
«Al árbol debemos solícito amor
Jamás olvidemos que es obra de Dios
Al árbol debemos solícito amor
Jamás olvidemos que es obra de Dios.
El Árbol da sombra, como el cielo fe
Con flores alfombras su sólido pie
Sus ramas frondosas aquí extenderán
Y frutos y rosas a todos dará (…)»
REINYMAR TOVAR | FOTOS | CORTESIA

