Este es un arraigo que se cumple con sentimiento y fe, uniendo a todos los integrantes de la familia en la espera de que se den los nuevos planes y proyectos
Ciudad MCY.-La tradición de comer 12 uvas al sonar las campanadas del Año Nuevo simboliza un mes que se va y uno que llega cargado de esperanza y buenos deseos.
Al comerlas rápidamente, con cada campanada de medianoche, se dice que atraeremos prosperidad y buenos deseos para cada mes.
Cuando el reloj marca la medianoche y el cañonazo retumba en cada rincón de nuestros hogares, Venezuela se detiene en un abrazo. Más allá de una simple costumbre heredada, la tradición de «Las 12 Uvas de la Suerte» se ha transformado en un patrimonio sentimental que une a las familias venezolanas bajo un mismo deseo: la prosperidad.
Esta es una tradición que cumple en cada hogar venezolano desde el más pequeño hasta el más adulto. Según la práctica, comer las 12 uvas trae consigo un año de buena suerte. En algunas zonas, se creía que esta práctica también ahuyentaba a las brujas y al mal en general, aunque hoy en día se sigue mayormente como tradición para celebrar y dar la bienvenida al Año Nuevo.
Aunque la historia sitúa el origen de esta práctica en España, en Venezuela la tradición tomó un matiz literario y profundo. Para el venezolano, cada uva no es solo una fruta, son los versos de “Las uvas del tiempo”, el poema inmortal de Andrés Eloy Blanco, que define nuestra forma de despedir el año.
UN DESEO POR CADA TIC TAC
Cada una de las doce piezas de fruta simboliza un mes del calendario. Al ritmo de las campanas, los venezolanos ingieren salud, prosperidad, amor, dinero; además de compras de inmuebles, viajes, empleos, llegada de un nuevo miembro a la familia (hijos), unión familiar, consolidación de proyectos, crecimiento personal y promoción en el ámbito laboral; visualizando un 1ero de enero cargado de nuevas oportunidades. Es un momento donde el año viejo se duerme para dar paso a la renovación.
LA MELANCOLÍA QUE NOS UNE
El regionalismo venezolano se manifiesta durante ese último minuto del año, extrañando a los que están lejos y dando gracias a Dios por los que están en casa. Lo magnifico que nos identifica en nuestra celebración es esa capacidad de transformar la nostalgia en fuerza.
Esta Nochevieja, la invitación es a mantener viva la llama de nuestra identidad, que cada campanada sea un recordatorio de nuestra resiliencia y que, al comer las 12 uvas, el país entero sintonice ese sentimiento de unión que solo la idiosincrasia venezolana sabe construir.
LAS UVAS DEL TIEMPO
Muchos años atrás hubo un poema que se convertiría en emblema del fin de año en Venezuela, ese fue “Las uvas del tiempo”, de Andrés Eloy Blanco.
Compuesto en la víspera del año nuevo de 1923, en Madrid, a donde el poeta había viajado para recibir un premio de poesía, el texto es una especie de balance de la vida de quien escribe.
El poema se popularizó en la radio hasta formar parte de las tradiciones decembrinas venezolanas, tan infaltable como las hallacas, el pan de jamón o las gaitas. Y es así, como cada 31 de diciembre, poco antes de la medianoche, la familia se reunía en torno a una radio desde la que se escuchaba el poema en la voz carrasposa y aguda de Andrés Eloy.
Frase como “Las uvas del tiempo” vino a convertirse en una de las composiciones más famosas de la poesía venezolana, y Andrés Eloy Blanco en uno de los poetas más queridos, por haber acercado la poesía a la gente, a través de historias sencillas, contadas con las palabras de todos los días.
ELIMAR PÉREZ| FOTOS | REFERENCIALES

